Representación de la Sagrada Familia en un intento manierista. Obra mal "restaurada" que ubica a los personajes en un ambiente sombrío. Santa Ana, majestuosamente sentada en un trono pétreo, enmarcada por un arco de medio punto, sostiene a la Virgen niña mientras la flanquean San José y San Joaquín. Todos ellos ataviados con largas túnicas y mantos. El inventario del templo la registra como Santa Ana y la Virgen Niña.