A esta imagen de vestir solamente se le ven dos grandes y torpes manos cruzadas a la altura del pecho y una cara que parece haber sido consumida por el fuego. La peluca es tan negra como el vestido penitencial y la soga alrededor de la cintura completa la intención. Pero el único dato que puede ayudar a revelar la identidad de esta imagen es el perfumero que tiene entre las manos y que es la nota iconográfica preferida para las representaciones de la Magdalena arrepentida que ungió los pies de Jesús con aceites perfumados.