De grandes dimensiones, la escultura de san Sebastián nos muestra a un joven llevándose la mano derecha a la cabeza y con siete heridas de flecha en diferentes partes del cuerpo. Sin embargo, el santo no muestra un rictus de dolor sino que presenta un rostro calmado. Es la representación clásica del martirio de san Sebastián, quien en algunos casos se retuerce violentamente sobre el tronco del árbol del cual está atado. En otras oportunidades, como ésta, parece aceptar el martirio con una gran tranquilidad y permanece de pie recibiendo las heridas de flecha. La forma de hacer el cuerpo desnudo del santo no muestra una gran pericia. Es evidente que los imagineros coloniales no tenían muchas oportunidades de hacer cuerpos desnudos, exceptuando claro, el de Cristo en la cruz y el de san Sebastián.