En este curioso óvalo, se narra el momento del descanso en la huída a Egipto, donde los ángeles se encargaron de atender y alimentar a Cristo y a sus padres. Sin embargo, la escena se ha convertido aquí en una alegoría de la pasión de Cristo, porque los ángeles extienden al niño un cesto donde hay tenazas, cilicios, clavos que el niño sostiene con la mano, mientras que con la otra levanta una pequeña cruz. A su alrededor todo es actividad, detrás de María otros ángeles también preparan una cruz. La Virgen María está pisando una serpiente y san José mira la escena impasible.