En los Evangelios Apócrifos, a los tres años Santa Ana y San Joaquín fueron al templo a ofrecer sus sacrificios y a dejar a la niña según lo prometido para que viviera ahí junto con otro grupo de vírgenes. La escena tuvo lugar en el exterior y la virgen se le ve mayor de tres años debido a su actitud madura hablando con perfección que nadie tendría por niña sino como a una persona mayor, su actitud es análoga a la de Jesús Niño entre los Doctores. Así vemos a la Virgen María en el lienzo sosteniendo un nardo símbolo de la pureza, entre sus padres San Joaquín y Santa Ana. A sus pies una monstruosa serpiente bajo la luna simboliza el triunfo de la Virgen sobre el pecado. En la cabeza la Virgen Niña lleva una corona con flores y sobre de esta aparece el Espíritu Santo en forma de paloma. Sobre un trono Dios Padre presencia la escena.