Se trata de la escena de un Cristo flagelado. Al centro del lienzo se encuentra Jesús con el cuerpo marcado por los azotes, coronado de espinas y una soga al cuello. Su rostro presenta un semblante amable y triste que mira directamente al espectador. Dos ángeles, colocados a derecha e izquierda, intentan cubrir el cuerpo con una manta color bermellón. Los rostros de los seres alados son idealizados, con rasgos suaves y un dejo de tristeza. Sobre la escena principal se encuentran un par de angelillos voladeros que sostienen la filacteria con una inscripción latina.