Se trata de un par de pequeñas jarras, con pico y asa, en las que se colocan el vino y el agua que van a ser usados durante la celebración de la misa. Era muy frecuente, durante el periodo colonial, que se las hiciera de plata junto con la bandeja que las reunía y que presentaba dos concavidades o cerquillos para evitar que se deslizaran. También había otro tipo de bandeja, de forma circular y elevada sobre un pie alto, a la manera de los fruteros. Dicha bandeja tenía una tercera concavidad para ubicar la campanilla. En estas piezas el asa es fitomorfa y en la parte superior llevan una A y una V, que indican que una es para albergar el agua y la otra el vino, respectivamente. Se encuentran sobre una charola polilobulada, también plateada, cuyas patas tienen en la parte superior cabezas humanas que portan un gorro triangular.