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Nombre del Inmueble
Nuestra Señora de la Expectación (Catedral)
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000025
Estado, Municipio, Localidad
San Luis Potosí > San Luis Potosí > San Luis Potosí (240280001)
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000025
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
A fin de comprender mejor la función y razón de ser de una edificación de la magnitud de la
catedral de San Luis Potosí, es muy importante tener en cuenta la estructura del virreinato de la Nueva España. España era un reino católico y la empresa americana de colonización y conquista se había organizado precisamente con el afán de extender no sólo el poder político de la corona española, sino la propagación de la fe católica, cometido por el cual el Papa había otorgado al monarca hispano El Regio Paronato, que consistía en la facultad para poder destinar misioneros para los indios, la percepción de los diezmos, la provisión de todos los beneficios eclesiásticos en personas presentadas por el rey y la exclusiva para la construcción de iglesias y monasterios. De esta manera el dominio temporal y el espiritual quedaron firmemente entrelazados, circunstancia determinante en el proceso histórico de la Nueva España.
La fundación del pueblo de San Luis Minas del Potosí, a fines del siglo XVI, 3 de noviembre de 1592, se hizo conforme a derecho, pero tuvo características muy particulares. En primer lugar, fue un asentamiento establecido a raíz del descubrimiento de las minas del Cerro de San Pedro, por ser el paraje propicio más cercano a dicho mineral; fue una fundación mestiza y no peninsular como casi todas las demás, pues su fundador, el capitán Miguel Caldera, fue hijo de padre español y madre guachichil; fue un pueblo con poca población indígena, ya que eran escasos y rebeldes los chichimecas que habitaban la región. Estas particularidades dotaron a San Luis de un matiz peculiar y diferente del de los asentamientos establecidos en el centro del virreinato, que en su mayoría fueron fundaciones hechas por españoles y que contaban con una población indígena numerosa de alta cultura, o por lo menos familiarizada con una organización política, religiosa, económica y social estable.
El asentamiento del nuevo real fue posible por la riqueza de las minas que lo originaron, la labor evangelizadora de los misioneros franciscanos, principalmente y agustinos, y el traslado de familias tlaxcaltecas a esta región para mostrar a los guachichiles las bondades de la vida sedentaria y el trabajo.
El pueblo de San Luis perteneció por lo que respecta a la jurisdicción eclesiástica, al obispado de Michoacán. Con las reformas borbónicas del siglo XVIII, la ciudad de San Luis Potosí pasó a ser la cabecera de la intendencia del mismo nombre, fue la mayor de todo el virreinato; en cuanto al gobierno eclesiástico, no fue sino hasta mediados del siglo pasado, en 1855, que se erigió el obispado de San Luis Potosí, con lo cual se elevó el templo parroquial al rango de catedral.
Este templo parroquial, más tarde catedral, creció y se desarrolló a la par del pueblo. Es una construcción hecha con fuerza de trabajo mestiza y minera por excelencia, y es una de las primeras grandiosas manifestaciones artísticas del norte del virreinato de la Nueva España.
2.-EMPLAZAMIENTO
La catedral está ubicada al lado oriente de la plaza de armas, hoy llamado jardín Hidalgo, en el corazón de la ciudad, en el mismo lugar donde primitivamente se encontraba la iglesia parroquial de San Luis Potosí, que comenzó siendo una modesta ermita de adobe y techo de tejamanil, en la cual se administraron los sacramentos desde 1593.
En la actualidad esta zona constituye el centro de la ciudad. En los alrededores están los establecimientos más importantes de la vida urbana potosina: juzgados, bancos, edificios de gobierno, establecimientos comerciales, construcciones antiguas y modernas recubiertas en cantera, que no desdibujan la traza colonial ni la importancia arquitectónica de la catedral; contiguo a esta construcción está el bello edificio del palacio municipal y, enfrente, cruzando la plaza, se encuentra el palacio de gobierno, que se comenzó a construir a fines del siglo XVIII y ha sido escenario de numerosos acontecimientos históricos.
Al lado norte de la plaza están tres edificios, uno de los cuales fue la casa del alférez Manuel de la Sandara, tío de la virreina mexicana doña Francisca Sandara, frente a la fachada se encuentra la plaza de armas, punto central de distribución en la traza colonial rectilínea y que aún se conserva casi desprovista de árboles permitiendo una espléndida vista de edificios que la circundan.
Así, el entorno de la catedral, pese a la contaminación de ruido, es un espacio despejado que ofrece una imagen armoniosa de lo colonial y lo moderno.
3.-HISTORIA
La traza del pueblo de San Luis, la hizo el primer alcalde mayor, Juan de Oñate, quien siguiendo las pautas establecidas en la legislación indiana, señaló el lado oriente de la plaza principal del pueblo para asiento de las casas reales y del templo parroquial. Éste, en un principio, fue una ermita sencilla de adobe y techo de tejamanil, más no por eso deficiente en sus funciones, pues la primera partida de bautizos de españoles que ha llegado hasta nosotros está fechada el 3 de junio de 1593, medio año después de la fundación.
Con el auge de las minas hacia 1596, se hizo necesaria la construcción de un nuevo templo, así que se demolió la ermita primitiva y se inició la edificación de otra iglesia sobre cimientos de piedra y cal, con paredes muy gruesas de adobe, cubierta en su interior de madera en forma de artesón y en el exterior, con tejamanil doblado a cuatro aguas. La construcción de este templo se debe en gran parte a Juan de Zavala, prominente vecino y minero de San Luis Potosí, quien además de costear la obra casi por completo, se encargó de velar por su ejecución, celebró el contrato de la obra con Juan de Butrago, maestro de albañil; los cimientos se sacarían de lo firme, de ancho cinco tercias hasta subirlos sobre la tierra en
descubierto una vara (poco menos de un metro), el muro cabecero o testero del altar mayor se sacaría un seisavo en proporción semicircular, el delantero sería todo de piedra labrada con una puerta en orden dórico y sobre ella una ventana para iluminar el coro, en los lienzos otras cuatro ventanas y dos puertas a los lados; la sacristía debía quedar a un lado. La obra tardó en comenzar, hacia 1609 se concluyó; fue bendecida solemnemente en la fiesta de San Luis Rey de Francia, que se celebró el 25 de agosto de dicho año.
A estas fechas la iglesia parroquial ya tenía a su cuidado un sector bien definido del pueblo,
pues en octubre de 1603 se repartieron las seis cuadras del pueblo de San Luis entre las iglesias establecidas en él, que a más de la iglesia mayor, eran las de San Francisco y San Agustín; a la iglesia mayor le correspondieron las dos cuadras que comenzaban desde la tienda de Juan de San Pedro, después de Antonio Maldonado, hasta la casa de Alonso Hernández Bachiller, todo por calle derecha; de las haciendas vecinas se le adjudicaron las de Juan de Alzóla, Juan de Salazar, Guillermo Conté, Diego Fernández de Fuenmayor, Juan Carrasco y la despoblada del capitán Ortíz.
El pueblo de San Luis Potosí fue elevado a la categoría de ciudad en el año de 1656 y es probable que debido a ésto se haya decidido demoler por segunda vez el templo parroquial, en 1670, con la finalidad de levantar un edificio más digno y suntuoso; tal es el templo que ha llegado hasta nuestros días, de cal y canto; con dos series de pilastras y tres naves. La nave central tiene siete bóvedas incluyendo el ciprés o pabellón, y cinco laterales, ya que hacia la puerta quedaron los cubos en que debían de asentarse las torres.
En la parte baja de los cubos se construyeron dos capillas, una servía de bautisterio y la otra se dedicó a Jesús Nazareno. La torre del lado sur se construyó en esta época; la torre que da al norte se levantó después a instancias del ilmo. Sr. Ignacio Montes de Oca y Obregón, con motivo del primer centenario de la independencia.
El escudo de anuas de la ciudad se estampó en la portada y el interior se decoró con retablos de madera tallada y sobredorada. De nuevo este templo se edificó gracias a los donativos de los mineros, a quienes se les dedicó una cripta para su sepultura debajo del presbiterio. La bendición de la nueva iglesia se hizo hacia 1730.
Con la erección de la diócesis de San Luis Potosí hacia 1855, fue necesario hacer algunas modificaciones en el templo parroquial, elevado al rango de catedral; las naves se prolongaron hasta el muro posterior que da a la calle de Morelos; las bóvedas de las naves laterales se sustituyeron por otras que quedaron al mismo nivel de la principal; el coro de los canónigos se colocó detrás del altar mayor, para lo cual se añadió la sacristía con parte del atrio. Se renovaron los altares, se construyó el de la Sagrada Familia, se pintaron las bóvedas, se talló la sillería del coro, se mandó hacer el órgano a Guadalajara y se puso el reloj de la fachada; también se construyeron la actual sacristía y biblioteca del cabildo. Con todas estas obras de ampliación desapareció la parte posterior del atrio. La situación por la que atravezó México durante la Reforma, Segundo Imperio, Invasión Francesa, afectó también en la conclusión de las obras de la catedral, que finalmente fue consagrada el 20 de enero de 1866 .
Desde entonces las modificaciones que ha sufrido la catedral han sido solamente decorativas; bajo el episcopado del Sr. Montes de Oca, quien tenía una especial inclinación por las artes, se redecoró completamente el interior (1896) y el templo se enriqueció con valiosas adquisiciones.
La catedral fue declarada monumento nacional el 16 de noviembre de 1935. En 1954 se renovó la pintura y sólo se respetó la decoración de las bóvedas; el órgano fue restaurado en 1971.
4.-DESCRIPCIÓN ARQUITECTÓNICA
Del conjunto catedralicio lo que más resalta es su portada principal, la cual presenta un planteamiento barroco que recurre a un juego en que se derivan siete planos, consta esta fachada de dos bien proporcionados cuerpos; en la parte central del primer cuerpo se abre un vano, el de la puerta principal, formado por un arco trilobulado, enfatizando la clave con un hermoso relieve. En los intercolumnios de ambos cuerpos hay nichos en los que se colocaron esculturas de los doce apóstoles. Arriba de la puerta principal se abre un ventanal y sobre éste un medallón ovalado. Éste ocupa el lugar en que antes estaba el escudo de armas de la ciudad. El remate de la fachada es un templete que aloja las campanas del reloj.
Los cubos de las torres fueron recubiertos con cantera, dándosele un acabado de almohadillado, el cual no es original.
La dos torres están formadas de tres cuerpos cada una, siendo de mayor antigüedad la torre sur, la cual, en su tercer cuerpo, presenta cuatro nichos en los que se colocaron esculturas en cantera que representan a los cuatro evangelistas. En los tres cuerpos de ambas torres existe un claro predominio en el uso de columnas salomónicas. El remate lo constituyen dos pequeños cupulines ademados con azulejos amarillos y azules, colores que caracterizan a la ciudad.
La puerta lateral encierra un planteamiento barroco que se generalizó en la ciudad en las primeras décadas del siglo XVIII. Su sencilla composición queda sujeta a tan sólo adornar el vano de la puerta, flanqueando ésta por un par de columnas de muy fino acabado, en cuyo fuste, cada uno de los tercios presenta diseños distintos. Estas columnas, casi exentas, incrementan su fuerza visual al estar acompañadas en su parte posterior por pilastras muy planas que apenas se dibujan, resaltando, lógicamente, sus capiteles. La composición concluye, en su parte más elevada, por su bien ornamentado friso y respectiva comisa.
La cúpula que corona el recinto catedralicio, presenta en su parte exterior su bien proporcionado tambor, el cual presenta ocho pequeños vanos que iluminan hacia el interior.
A diferencia de las otras cúpulas potosinas, ésta es de menores dimensiones y en su diseño
se aprecia claramente un planteamiento más arcaico con respecto a las cúpulas del templo de San Francisco, El Carmen, que son ya de la segunda mitad del siglo XVIII.
En sus gajos se puede apreciar el uso de azulejos de color amarillo y azul, que como ya se dijo, son los colores propios de la ciudad capital.
La planta arquitectónica de la iglesia catedral, es de tipo basilical, orientada ésta de oriente a poniente. Su acceso y fachada principal miran hacia el poniente, en tanto que su fachada lateral de menores proporciones, pero de singular barroquismo mira hacia el sur.
En su interior, la nave central guarda un poco de mayor amplitud con respecto de las naves laterales, lográndose así que el espacio interior sea armonioso.
Cruzando la puerta principal de acceso y bajo los cubos de las torres, se abren dos pequeñas capillas, la de la derecha, dedicada a la Santísima Virgen de Guadalupe. La de la izquierda, a San Luis Rey de Francia.
La nave central del templo, que consta de seis bóvedas y la cúpula, modificada está en su interior, por casetones de artesonado que falsean su original trazo y peralte. En sus pechinas se presentan, en medallones sobredorados, a los cuatro evangelistas, cuya realización en alto relieve es de factura moderna.
En el presbiterio se encuentra la mesa del atlar y el ciprés, en cuya parte más elevada se aloja la escultura que representa a la Santísima Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de la Expectación.
En el extremo oriente de la nave central se localiza la sillería del coro, delimitada por el muro oriente y por las sólidas tribunas de los órganos tubulares, de los cuales, el de la tribuna sur es el mayor y más antiguo de los dos, fabricado por los hermanos Orriza en 1866.
Los altares que posee la nave lateral derecha son (de poniente a oriente): San Antonio, San Pedro y Sagrado Corazón.
Los altares que posee la nave lateral izquierda son (de poniente a oriente): Nuestra Señora de los Dolores, Sagrada Familia, Santo Domingo y San Francisco y finalmente el de San Francisco de Paula.
5.-OBRAS DE ARTE
Entre las obras de arte que la catedral potosina custodia, conviene anotar que existe un buen número de pinturas, las que en su mayoría, pertenecen a la pintura Virreinal Mexicana del siglo XVIII. Esta buena muestra pictórica se concentra en la sacristía, sala de cabildo catedralicio, notaría, biblioteca y en el templo propiamente dicho.
De la nave lateral derecha, a la altura del presbiterio, se puede observar un óleo sobre tela cuyo título es: La Inmaculada Concepción de María, su autor: Juan Patricio Morlete Ruíz, fechada en 1799. Esta pintura posee buena técnica en la composición y muy buena
escuela en el manejo del color, representa a la Santísima Virgen dominando las fuerzas del mal simbolizadas en el dragón.
En el altar lateral en que están colocadas las imágenes de Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís, existe un cuadro de regular tamaño que representa a Nuestra Señora de la Merced, óleo sobre tela, anónimo. Tanto en el ángulo inferior derecho como en el izquierdo, están representados dos santos mercedarios.
En el coro, una colección de pinturas y marcos ovalados de mediano formato, presenta a diferentes santos, los más fáciles de identificar son: San Pablo, San Pedro de Alcántara, San Juan de Dios y Santa Rosalía. Conviene señalar que aun cuando en dimensiones son iguales, pertenecen a diferentes autores anónimos, todos realizados en el siglo de oro de la pintura Virreinal Mexicana, el siglo XVIII.
En la sacristía se guarda lo mejor que en pintura posee el recinto catedralicio. De Nicolás Rodríguez Juárez se conserva un San Nicolás de Barí, su realización es magistral, buena composición, buena técnica en el manejo de la luz y las tonalidades; además presenta una iconografía muy basta aprovechando todo el campo visual que le ofrece el lienzo. De la misma familia de los Rodríguez Juárez se nos presenta un tema de gran calidad , de Juan Rodríguez Juárez, es un óleo sobre tela que representa a la joven mártir Santa Dorotea, su mano izquierda sostiene una bandeja metálica en tanto que su mano derecha nos muestra el instrumento del martirio.
Uno de los cuadros más notables por sus dimensiones, es el que representa Los Siete Sacramentos, su autor: José de Paez. La distribución de los temas representados son un claro ejemplo de los caprichos del barroco en la pintura, saturando los temas con escenografías y paisajes sin faltar por ésto las respectivas leyendas en latín para lograr una mejor comprensión de la iconografía. Recordemos que una de las particularidades de la pintura novohispana es precisamente pedagógica.
José de Paez, pertenece a una corriente bastante definida en la que tuvo como contemporáneos a Miguel Cabrera, José de Alcíbar, Morlete Ruíz, José de Ibarra y Miguel Ángel de Ayala entre otros.
El glorioso patriarca San José, fue uno de los temas favoritos de la pintura religiosa novohispana, en la sacristía se conserva un Patrocinio de San José, anónimo bajo el manto del santo en actitud orante y con gran veneración, un grupo de personalidades civiles y eclesiásticas completan la composición.
De Juan Patricio Morlete Ruíz, existe un óleo sobre tela de pequeñas dimensiones que representa a Santa Rosalía coronada de flores y sosteniendo en sus manos un crucifijo.
En la notaría y sus anexos se conservan algunas pinturas, de las cuales son dignas de comentario las siguientes: La Oración en el Huerto, de autor anónimo y más o menos en buen estado de conservación.
De autor anónimo son tres cuadros cuyos temas pertenecen a la historia de la Sagrada Familia, el primero La Anunciación; el siguiente, San José en el taller de carpintería, lo acompañan la Santísima Virgen y el Niño Jesús; el último, El tránsito de San José.
Finalmente, dos medallones ovalados, como las pinturas del coro, representan a los apóstoles San Pedro y San Pablo.
De las buenas esculturas barrocas que se encuentran en la catedral, cabe destacar la talla en madera que representa al Señor de la Humildad, imagen muy venerada por el pueblo potosino. En uno de los altares de la nave lateral derecha se localiza una muy importante escultura, representa al apóstol San Pedro. Esta escultura cuya realización data del siglo XVIII fue venerada por una congregación fundada en la antigua parroquia de San Luis (hoy catedral), la cual adoptó el título de Venerable Congregación de San Pedro, que a manera de Archicofradía contó con una cantidad muy numerosa de fieles clérigos y personalidades.
Dos esculturas de gran calidad son: Santo Domingo y San Francisco de Asís, que se localizan en uno de los altares de la nave lateral izquierda. En estas esculturas, cuyo barroquismo es palpable, existe la posibilidad de que fueran repintadas, ocultando su decoración original, pues su fina realización se pone de manifiesto al observar el resto de las esculturas que aloja el templo, cuyas obras en su mayoría, son del siglo XIX.
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Nuestra Señora de la Expectación (Catedral)