Nombre del Inmueble
San Pablo de los Frailes
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000361
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000361
Contenidos
1.-CONTEXTO URBANO
El templo de San Pablo de los Frailes se encuentra en el extremo noroeste del perímetro A del Centro Histórico de Puebla, en una parte de la ciudad en la que la traza no parece haber sido tan rigurosa. El plano de 1650 muestra que varias manzanas al frente del convento-hospital dominico estaban deshabitadas, mientras que las de atrás y los lados se ven pobladas, seguramente por indígenas. Un siglo despues, en el plano de Medina de 1754, el conjunto se ve rodeado de manzanas edificadas por todos lados. Tenía un atrio o plaza al frente, hasta lo que hoy es la calle de 9 Norte.
Es necesario tomar eso en cuenta porque hoy existe un edificio en la esquina de 9 Norte y 18 Poniente que, sin obstruir por completo la vista del templo, sí invade parte de lo que debe haber sido su atrio. Es un edificio de departamentos de dos niveles, construido en estilo neocolonial a mediados de este siglo. Otros predios al oriente, norte y poniente del templo de San Pablo, en donde ahora hay viviendas o talleres, estaban ocupados por el conjunto dominico y su huerta.
La calle 18 Poniente por la que ahora se accede a San Pablo de los Frailes, también ha sufrido transformaciones. El tramo entre la 9 Norte y la 3 Norte fue ampliado en este siglo, al parecer a expensas del antiguo paramento sur, que ahora muestra sólo construcciones contemporáneas. En cambio, el tramo entre la 9 y la 11 Norte, que pasa a un lado del templo, siempre existió, lo mismo que la rinconada que se forma en su paramento sur, como puede advertirse por las modestas pero aún rescatables construcciones de un nivel que allí se encuentran. No puede decirse lo mismo del arroyo pavimentado, que quiebra su trayecto para unir el tramo ancho con el más angosto de esa misma calle, ya que cruza por lo que fue el atrio y la plaza frontera del conjunto. En la actualidad, ese tramo está flanqueado por fragmentos de áreas verdes desprovistos de unidad.
2.-ANTECEDENTES E HISTORIA
El convento de San Pablo fue una fundación realizada por los frailes dominicos. En sus inicios funcionaba como doctrina, es decir, prestaba los servicios de administración parroquial entre los barrios indígenas al poniente de la ciudad. No se conoce la fecha exacta de su establecimiento, pero se sabe que, ya para 1551, existía una pequeña iglesia con el título de San Pablo que le dio nombre al barrio circunvecino. En aquel año, el cabildo de la ciudad les dio a los frailes dos solares para hacer el convento y un hospital para indígenas. 1 El obispo Fernando de Villagómez otorgó la licencia correspondiente y el instituto se fundó en 1563. En 1590, los dominicos recibieron en merced cuatro solares más.
Cordero y Torres señala que el hospital dejó de funcionar en 1634 para quedar exclusivamente como convento. 2 Por aquel entonces el establecimiento tenía a su cargo 25 indios enfermos, sin embargo, parece ser que después de esta fecha el hospital siguió funcionando.
Los cambios importantes en cuanto a los servicios prestados por la iglesia y el templo de San Pablo se dieron a mediados del siglo XVII. Los conflictos que se presentaron entre el obispo Juan de Palafox y Mendoza y las órdenes religiosas trajeron como consecuencia que San Pablo dejara de ser doctrina de indígenas. Siguió llevándose a cabo el culto religioso en el templo, pero los frailes ya no estaban autorizados para administrar los sacramentos. Sin embargo, la labor hospitalaria prosiguió, complementada con la actividad educativa, tanto para religiosos como para los propios indios. En 1661, poco después de que se estableció la provincia dominica de San Miguel, el instituto dejó de prestar servicios médicos y quedó únicamente como convento y colegio.
Para entonces, el primer templo del siglo XVI se había deteriorado notablemente. Por este motivo, el capitán Francisco Alberto Balderráin (originario de San Sebastián, Guipúzcoa, España) decidió reedificarlo en 1678. 3 Como en muchas de nuestras construcciones de la época colonial, se conocen los nombres de los patrocinadores, pero no los de los artífices que las realizaron. Gastó en la iglesia más de 6,000 pesos, incluyendo un retablo dorado para el altar mayor. Además, hizo los trámites, pagó la cañería para abastecer de agua al convento y al morir dejó otros 6000 pesos para dotar las misas que se le habían de decir anualmente. Estas donaciones se formalizaron en la escritura firmada -entre otros- por el padre fray Lorenzo Dávila, Prior y fray Juan García, Superior, el 15 de septiembre de 1678. Otro de los bienhechores del convento fue el arcabucero Diego García Figueroa, que dio considerables sumas como limosna para la edificación del claustro y de la fachada. José del Valle, cantero, fue el encargado de hacerla por un contrato correspondiente al año de 1664.
El templo estaba decorado con retablos barrocos, algunos fabricados desde el siglo XVII. Uno de ellos, colocado en el lado del Evangelio, tenía una interesante escultura de Nuestra Señora de las Lágrimas, variante de la Virgen de la Soledad. En la actualidad parece que se encuentra en la iglesia de Santo Domingo. Esta y otras obras fueron trasladadas al principal templo dominico cuando fue clausurada la iglesia de San Pablo. Otro retablo atractivo era el de Jesús Nazareno. En él se destacaban dos esculturas: la de Jesús, preso, con la soga al cuello, y l a del Redentor muerto.
El templo, como buen ejemplar de la Orden de Predicadores, contó con una capilla de Nuestra Señora del Rosario. Se ubicaba en el brazo del crucero, del lado del Evangelio. La escultura de la Virgen ocupaba el lugar central del retablo principal. La capilla estaba muy bien arreglada, con todo lo necesario para el culto, y contaba con una reja de hierro en su ingreso.
Del mismo lado del templo había otra capilla dedicada a la Piedad. También tenía su retablo principal dorado y de buena talla. En él se podía contemplar una pintura de la Virgen al pie de la cruz sosteniendo en brazos a su hijo difunto, acompañada por María Magdalena y San Juan. Esta capilla tuvo otro retablo hecho en la segunda mitad del siglo XVIII dedicado a San Cayetano. Su pintura central lo representaba recibiendo al Niño Dios de las manos de la Virgen.
La independencia de México no lo afectó profundamente. Hacia 1826 llevaba a cabo su actividad educativa como colegio de primeras letras. Todavía en 1849 seguía siendo convento, conocido ya como San Pablo de los Frailes, para distinguirlo de San Pablo de los Naturales o San Pablito, que en la actualidad lleva el nombre del Señor de los Trabajos. Un año después, por su extensión, se le consideraba en condiciones de servir para convento principal. 4
Desgraciadamente, fue uno de los inmuebles más afectados por las leyes de Reforma. Su destrucción se inició en el año de 1862. El inmueble fue comprado por el gobernador González de Mendoza, a consecuencia de la desamortización y nacionalización de bienes eclesiásticos. Un año después fue utilizado como fortaleza militar durante el sitio de los franceses sobre la ciudad. En 1880 el templo se clausuró y a partir de entonces dejó de ser recinto para el culto religioso. Entre 1888 y 1890 tanto el templo como el convento se emplearon como estación de ferrocarril y posteriormente fue trasformado en bodega de la misma institución. En 1932 se establecieron en el sitio un molino de trigo y bodegas para abarrotes, pero al mediar el siglo el molino se quemó dejando en ruinas a lo que alguna vez fuera el segundo convento dominico de Puebla.
No fue sino hasta 1965 que se hicieron los trámites para abrir nuevamente el local al culto católico. El mismo año se iniciaron los proyectos y las obras de rehabilitación a cargo del arquitecto Everardo Morales Pardo.5 En la actualidad, el templo sigue brindando sus servicios religiosos.
1 Cfr. F. de E. y Veytia, Historia de la fundación..., t, II, p. 324. Aunque López de Villaseñor, Cartilla vieja..., p. 143. señala que la cesión ocurrió hasta 1563.
2 Cordero y Torres, Primera fundaciones médicas en la Puebla de los Ångeles, p. 15. Bohemia Poblana
3 M. Toussaint, La catedral y las iglesias..., p 172.
4 Leicht, Las calles de Puebla, p. 416.
5 SEDUE, Exp. 114-0004-95 , Notas del 13 de agosto y 3 de septiembre de 1965.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El templo de San Pablo adopta en planta una disposición de cruz latina, con dos capillas anexas, la del Rosario, a la que se accede por el transepto, del lado del Evangelio, y otra más pequeña a la que se llega por el segundo tramo de la nave, del mismo lado.
La nave principal del templo es de cinco tramos: el primero con el coro y el sotocoro, ambos cubiertos con bóvedas de cañón con lunetos; el mismo tipo de bóveda en lo alto de la nave aparece en el segundo y tercer tramos; el cuarto corresponde al crucero, donde la cúpula hemisférica se apoya directamente sobre los arcos torales y las pechinas entre ellos; mientras que en el quinto, el presbiterio está cubierto por otro cañón con lunetos. Aparte de la entrada principal, la nave contaba con otra, lateral, del lado del Evangelio, a la altura del tercer tramo, misma que ya no se usa más.
Los brazos del transepto también están cubiertos por cañones con lunetos, pero en dirección transversa a los de la nave principal. Los arcos formeros (incorporados a los muros) apenas muestran sus bordes, mientras que los arcos fajones (que cruzan la nave) y los arcos torales -si bien aparecen claramente delineados- son de discretas proporciones. Todos ellos llegan a la cornisa que recorre los muros de la nave en el arranque de la cubierta. Mesuradas impostas situadas bajo la cornisa, reciben los empujes de los arcos, ya que los muros que soportan todo están desprovistos de pilastras, exceptuando las que apoyan la bóveda del sotocoro. Estas últimas, especialmente las que ven hacia el segundo tramo de la nave, forman un sobrio conjunto con el arco rebajado, las enjutas y la cornisa. Todos estos elementos estructurales están pintados en colores rojos con toques grises.
Quedan pocos restos de las yeserías que hubieran anteriormente. Se aprecia algo en las pechinas, decoradas con motivos vegetales, y en los canales en bajorrelieve que subsisten en el intradós de la cúpula, que surgen radialmente de un florón en la clave.
El resto de los acabados es muy simple. Todas las superficies de muros y cubiertas están terminadas a la cal, lo cual le da mucha luminosidad al interior. Al rehabilitar el piso, se tendieron losas cuadradas de mármol macheteado de Santo Tomás. Sólo en el muro del testero se levantó, a manera de recubrimiento, una celosía de bloques de barro prensado que denota a las claras su origen contemporáneo.
El ingreso a la antigua capilla del Rosario es sobrio, labrado en cantera gris y muy bien proporcionado. Está formado por angostas jambas de las que surge el arco de medio punto. Tanto los capiteles de las jambas como el intradós de las mismas y el extradós de la arquivolta llevan una fina decoración labrada a base de ovos. En la clave se situó un medallón con el monograma coronado de María. Completan esta portada sendas pilastras de fustes cajeados -es decir con canaladuras perimetrales- y capiteles toscanos, con sus correspondientes traspilastras lisas. Las enjutas sólo se subrayaron con otras canaladuras perimetrales. La parte correspondiente al entablamento y sus resaltos parece haber sido rehabilitada con una molduración muy sencilla, lo mismo que el frontón quebrado, desprovisto ya del motivo ornamental al que envolvía originalmente.
El interior de la capilla del Rosario es todavía más sencillo que la portada que le sirve de ingreso desde el interior . Espacialmente, es un cubo cubierto por una cúpula hemisférica, por lo que su disposición planimétrica forma un cuadrado en planta. A media altura de las esquinas que forman los muros surgen las pechinas que reciben los ochavos de la base octogonal de la cúpula carente de tambor.
La otra capilla corresponde a la que Veytia conoció con la advocación de la Piedad. Cuenta con una portadita de albañilería pintada y su interior consta de dos tramos: el primero es de cañón corrido, mientras que el segundo es otra cúpula sin tambor, que muestra gallones de ancho desigual por el intradós. Esta parte del templo ha sufrido más alteraciones, no obstante lo cual, aún conserva algunos de sus elementos originales, como los medallones decorados en las pechinas de la cúpula.
El aspecto exterior del templo requiere de un esfuerzo de imaginación, no sólo porque ya no existe el atrio que delimitaba el conjunto y le faltan la portería del convento así como las torres 6, sino porque las nuevas construcciones en su costado derecho desfiguran aún más lo poco que queda de su aspecto original. La reja recientemente levantada frente a la portada delimita el predio que le quedó al templo, pero es banal y corriente.
No obstante, algo quedó de la portada principal. Es sobria, de fines del siglo XVII, pero ya muestra los rasgos del barroco, puesto que cada uno de sus cuerpos es de ancho menor que el precedente, buscando un efecto perspectivo ascendente. Martha Fernández, quien se ha ocupado de estas cuestiones, describe así la portada de San Pablo:
Su primer cuerpo es adintelado y posee un par de columnas toscanas; en el segundo nivel, en cambio, se levantan dos columnas entorchadas que recuerdan, por su sentido, a las del segundo cuerpo del templo de Santa Teresa la Antigua de la ciudad de México: el fuste es recto y a él se enrolla un listón en forma helicoidal que en el caso de la iglesia de México es ornamentado y en el de San Pablo, es liso. 7
Su observación permite entender los estrechos nexos formales que había entre las arquitecturas de esas dos capitales del Virreinato. Sólo habría que agregar que las columnas entorchadas a que se refiere la investigadora flanquean un tablero sobre el que se levanta el marco de la ventana del coro. Tres escudos labrados en altorrelieve se elevan por encima de las dos columnas y de la ventana, mientras que uno más, en bajorrelieve, se alcanza a ver en el tablero central.
El resto de los elementos exteriores de la iglesia es muy sencillo. Destacan, desde luego, las tres cúpulas: la de la nave principal y las de sus capillas, todas con linternillas clausuradas. La primera es un bello alarde de albañilería, ya que consta de treinta y dos angostos gallones convexos, todos recubiertos por enladrillado en petatillo. Como carece de tambor, cuatro consolas hacia otros tantos puntos cardinales permiten alojar los vanos rectangulares. Sobre ellas se elevan frontones quebrados cuyo perfil se prolonga hasta la intersección con el hemisferio formado por los gallones. La linternilla clausurada pudo haber tenido alguna función antes de que se colocara el florón en el interior de la cúpula. Es ancha, de líneas clásicas, y está rematada por un chapitel cónico simplificado.
De las otras dos cúpulas, la de la capilla del Rosario es, sin duda, la más interesante. Muestra ocho consolas con otros tanto s vanos intersectando el hemisferio y ha conservado parte de la decoración de azulejo, a base de escudos dominicos en cada gallón. La linternilla es mucho más elaborada, a base de pequeñas columnas salomónicas cuyos capiteles bulbosos soportan un coronamiento de motivos vegetales entrelazados. Entre ellos apenas se distingue el perfil de la cornisa, a partir de la cual se eleva el cupulín acampanado, rematado por un orbe, completando la composición.
6 Los planos de Puebla en 1650 (?) y 1754 muestran a San Pablo con una torre. No se sabe si llegó a completar los dos campanarios antes de la época de la Reforma.
7 M. Fernández. Artificios del barroco. p. 113
4.-OBRAS DE ARTE
Como el templo sirvió para otros usos a fines del siglo pasado y a principios del presente, se retiraron todos los retablos y objetos artísticos que tenía. Ahora cuenta con muy pocas cosas de valor.
El muro del testero, donde se ubicó alguna vez el retablo mayor, sólo muestra un buen crucifijo contemporáneo labrado en madera. A su lado hay un óleo antiguo con la efigie de San Pablo en cuerpo completo. En los muros del transepto hay sendos cuadros de San Francisco y Santo Domingo, de buena factura. Además, en el sotocoro hay otras dos pinturas: del lado de la Epístola una Santísima Trinidad bastante buena, mientras que del lado del Evangelio hay una Guadalupana en su representación convencional.
La capilla del Rosario sólo cuenta con un objeto artístico, pero éste es de muy buena calidad: se trata de un óleo que representa a la Virgen, sentada entre nubes y rodeada de Querubines, apareciendo ante Santo Domingo.
En la antigua capilla de la Piedad también conviven acabados contemporáneos con objetos de cierta antigüedad. El muro del testero, por ejemplo, está recubierto de lambrín de madera, pero ostenta un pequeño crucifijo de regular calidad. En sendos nichos bajo la cúpula se alojan dos lienzos interesantes: uno, del lado de la Epístola, muestra la escena de la Piedad, con una santa dominica besando a Jesús; en el otro, del lado del Evangelio, se representa una de las caídas de Cristo cargando su cruz.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
San Pablo de los Frailes