Nombre del Inmueble
Santa Eulalia
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000435
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000435
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
El territorio del antiguo reino de la Nueva Vizcaya perteneciente al virreinato de la Nueva España, abarcó lo que hoy es el estado de Chihuahua en su totalidad y parte de los que ahora son Durango, Sinaloa y Sonora, hacia el norte no tenía límites exactos hasta la incorporación de la provincia de Nuevo México.
El conocimiento inicial de la región fué por medio de los relatos casi fantásticos de Cabeza de Vaca y sus compañeros, allá por el año de 1536.
Casi de inmediato este territorio se vió cruzado por varias expediciones que buscando los místicos países que habían descrito con tanta imaginación el mismo Cabeza de Vaca y después Fray Marcos de Niza no encontraron oro, pero abrieron rutas de penetración y reconocimiento de todo el noroeste. Tal fué la labor de Vásquez Coronado y Vásquez del Mercado.
La colonización vendría después, más lenta pero más firmemente definida por objetivos concretos que podemos resumir en dos principales: la búsqueda de las grandes riquezas mineras y el celo evangelizador de los misioneros. Los grandes exploradores-mineros-funcionarios-militares Don Francisco de Ibarra y Don Rodrigo del Río partieron de Zacatecas y fundaron Nombre de Dios, Topia y por medio de su teniente Alonso Pacheco, Durango, el primero; el segundo avanzó más al norte y descubrió las minas de Santa Bárbara en 1564. Los franciscanos avanzaron en su compañía y para las mismas fechas tenían su centro de operaciones en el convento de San Bartolomé (hoy Valle de Allende)
Asentada la colonización en el sur, el proceso se continuó hacia el norte en toda la zona de montañas que escondían ricos minerales y llanuras intermedias aptas para la ganaderá, disputando cada avance con los grupos indígenas, casi todos nómadas, que defendían fieramente sus territorios.
La extensa cuenca del río Conchos y sus afluentes marcó el límite de estas primeras exploraciones, más allá se extendía el desierto que durante todo el siglo XVII solamente sería cruzado con la mayor celeridad posible para llegar al gran río del norte y los territorios de Nuevo México. La búsqueda de minas se extendió, con suerte muy variable, hasta las montañas cercanas a los ríos Chuvíscar y Sacramento, siguiendo siempre a los mineros los misioneros y los ganaderos, intentándose en ocasiones algunas explotaciones agrícolas.
Cercanas a los ríos mencionados, existían ya en la segunda mitad del siglo XVII algunas haciendas como las de Tabalaopa y Dolores que habían ampliado sus actividades con el beneficio del mineral que sacaban de algunas minas pequeñas de los alrededores, mientras los franciscanos atraían a conchos, cholomes, algunos tarahumaras y varios otros grupos a sus fundaciones de San Andrés, Nombre de Dios y San Gerónimo. Pero en los primeros años del siglo XVII todo cambió en la región. La intensa búsqueda de minerales dió por fin los grandes frutos esperados. En 1704 Cristóbal Luján y Juan de Dios Barba denunciaron la mina de San Francisco de Paula en la región de Santa Eulalia y al continuar sus trabajos en la zona de La Barranca, dieron con las ricas vetas que desencadenarían la fiebre de oro en la región. Las minas de Nuestra Señora del Rosario y sobre todo la de N. Sra. de la Soledad (o La Descubridora) atrajeron mineros en gran número, sobre todo de la entonces decaída Cusihuiriachi y el auge minero creció.
Los mineros se establecieron tan cerca de las minas como les fué posible y un poblado de regulares dimensiones se formó de inmediato, pese a lo escarpado del terr eno y la falta de agua. Por otro lado, el mineral era beneficiado casi todo en las haciendas cercanas, en el llano bien regado, y ambas actividades reclamaron la necesidad de establecer una cabera común.
2.-EMPLAZAMIENTO
El antiguo Real de Minas de Santa Eulalia, hoy Aquiles Serdán es una típica población minera de la época colonial, edificada por los mineros en los terrenos más inmediatos a los yacimientos sin mayor preocupación por la topografía del lugar.
Una pequeña serranía inmediata al gran llano que se extiende hacia el norte contenía los ricos minerales y allí, en una cañada estrecha se formó el poblado que aún subsiste. Su configuración resulta fácilmente deducible; una calle principal, continuación de la carretera que la une con la capital del estado, corre siguiendo más o menos el fondo de la cañada y a ella confluyen, en donde la amplitud de la cañada lo permite, una que otra calle de poca extensión que trepa hacia los lados hasta donde la escarpada pendiente la detiene. En muchas ocasiones una construcción al lado de esa calle es todo lo que la pendiente permite edificar.
El templo de Santa Eulalia ocupa un pequeño ensanchamiento de la cañada por lo que es evidente que la construcción no contó con facilidades para determinar libremente su orientación, perspectivas exteriores, integración a un conjunto urbano, etc.
En esta forma el templo está situado a un lado de la sinuosa calle principal, a unos cinco metros sobre ella y en un terreno en el que la parte plana aprovechable resulta de muy reducidas proporciones. La entrada principal se abre hacia un espacio de desahogo mínimo, más que atrio, limitado en dos lados por extensas escalinatas. La entrada lateral se abre hacia un espacio igualmente pequeño, limitado por la pendiente del terreno y con acceso mediante un sendero de gran pendiente. El ábside y demás dependencias posteriores del templo están prácticamente recargadas en el terreno que en ese punto tiene una pendiente aún más pronunciada.
3.-ASPECTO HISTORICO
Los templos principales de las ciudades de Chihuahua y Santa Eulalia (hoy Aquiles Serdán) tienen, al igual que las ciudades mismas, un origen común. Basado su crecimiento y progreso en la explotación de los ricos yacimientos mineros de la región y las actividades afines a éstos, ambos templos se construyeron como producto de la misma decisión y casi simultaneamente con los mismos fondos.
Hacia el año de 1709 en que se tomó la decisión de establecer la Alcaldía Mayor de la región en el sitio de la actual capital, Santa Eulalia se encontraba a la altura de las principales regiones mineras de la Nueva Vizcaya y su crecimiento continuaba. Para los servicios religiosos, indispensables en aquella sociedad colonial, muy temprano se dispuso de un templo del que no se ha dejado constancia de sus características, pero del que se tienen algunos fragmentos de su archivo de bautizos y matrimonios. Un religioso mercedario, fray José de Zamora, fue convencido por trece vecinos de Santa Eulalia para que se quedara en el lugar en 1708 y seguramente intervino en la construcción del primer templo durante el año que permaneció aquí. Influencia mayor tendría el presbítero José García Valdés, enviado por el obispo desde su anterior puesto en Cusihuiriachi para atender la región como Teniente de Cura y Vicario, puesto en el que permanecería doce años. Durante ese lapso no solo terminó la construcción del templo, sino que intervino en la política local y se convirtió en minero y hacendado.
La opulencia de la región crecía y San Francisco de Cuéllar se convirtió en la Villa de San Felipe el Real de Chihuahua, con lo que la asamblea de notables de la región se mostró inconforme con el templo local. No se indica en los documentos de aquellas reuniones nada acerca del templo de Santa Eulalia, pero las decisiones tomadas hacen suponer que la inconformidad era con respecto a los dos templos, pues el compromiso de cooperación de mineros y comerciantes de un real por cada marco de plata extraído, fue contraído para llevar a cabo la construcción de ambas iglesias, que para 1727 se había iniciado.
La construcción del nuevo templo debió llevarse al mismo ritmo de la parroquia de Chihuahua y presumiblemente también a cargo de las mismas personas pues aún cuando los estilos no sean demasiado parecidos en la parte de ornamentación, el diseño básico es similar dentro de su simplicidad en el caso de Santa Eulalia, y la cantera utilizada también coincide.
La preferencia en cuanto a la celeridad de las obras fue, sin duda alguna, dada al templo de la capital. Su proyecto se amplió hacia 1730 y en 1760 estaba prácticamente terminado, en tanto que Santa Eulalia sufría en este último año de graves penurias para continuar la construcción, según una comunicación del teniente de corregidor en Santa Eulalia Don Juan Joseph de Barrandegui al obispo Pedro Tamarón y Romeral. Esta misma comunicación adjunta un plano del templo en construcción y una fachada en los que se aprecia que, mientras la fachada es prácticamente la misma que hoy existe, la planta se amplió considerablemente al agrandarle una segunda nave en el templo actual a la única que nos muestra dicho plano.
La guerra contra los apaches provocó el desvió de los fondos para las construcciones hacia el pago del ejército y Santa Eulalia sufrió el mayor retraso, pero tuvo en cambio una sustancial compensación a partir de 1789 en que el rey decretó que se restituyera a su propósito inicial la cantidad de 17,873 pesos, 5 reales y 5 granos. Con el templo parroquial de Chihuahua ya concluido, es de suponerse que Santa Eulalia recibió un vigoroso impulso que incluso permitió ampliar el proyecto original hasta la segunda nave que hoy tiene y cuya fachada lateral es tan notoriamente diferente al resto del templo.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
Las circunstancias históricas que acompañaron a la construcción del templo de Santa Eulalia determinaron su poco ortodoxa disposición arquitectónica. La fachada principal fue comenzada simetricamente con la torre en un cuerpo adjunto y terminada con una completa asimetría y la torre simplemente superpuesta, la entrada lateral presenta una portada incomparablemente más elaborada que la de la entrada principal, la cúpula tiene una ornamentación diferente y superior al resto del interior, etc.
Como se indica en el emplazamiento, el frente del templo es más un espacio de desahogo puramente funcional que un atrio, ya que la entrada al templo tiene un nivel entre tres y cuatro metros sobre la banqueta. Existe una escalinata entre ambas. La entrada tiene en su portada uno de los puntos más destacados por su equilibrio y sobriedad que podemos observar en el exterior de Santa Eulalia. Sigue exactamente las dimensiones e ideas generales del plano de 1760, pero su realización tiener una mayor elegancia. La puerta enmarcada en arco de medio punto está flanqueada por dos pilastras de interesante diseño a base de tableros diferentes superpuestos. Cierra este primer cuerpo una cornisa quebrada y moderadament resaltada. Sobre ésta, dos medios pináculos flanquean unas molduras inclinadas que llevan a un gran óculo octagonal enmarcado en cantera y sobre el que se desplanta el nicho que contiene la figura de la santa patrona del templo. Toda esta portada está realzada sobre un gran paño liso que constituye el cuerpo principal de la fachada. Este está rematado por una cornisa recta todo lo largo inmediatamente sobre el nicho de la santa y que trata de unir la portada descrita que se encuentra en un extremo con el resto del paño liso que no contiene más que tres ventanas pequeñas y rectangulares, en la parte baja, sobre la cornisa los elementos a unir son un frontón simplemente marcado por una moldura menor, con un óculo redondo y sin marco al centro, todo ello sobre la portada, con la torre que se desplanta a la misma altura del fronton, sin ningún elemento que la acuse en el cuerpo bajo.
Esta torre está realizada en un solo cuerpo con dos luces en cada una de las cuatro caras, alargadas con remate de medio punto y entre pilastras simples que sostienen un pequeño tambor octagonal que soporta una cúpula de nervios exteriores y linternilla con cruz metálica.
La portada lateral, con acceso desde un pequeño sendero que asciende desde la calle principal y abierta hacia otro pequeño espacio que la separa del escarpado terreno que se levanta a poca distancia, enmarca a la sencilla puerta del templo en una ornamentación bastante recargada y que contrasta con la realtiva sencillez del resto del conjunto exterior.
Los otros dos lados del templo son de difícil apreciación. El lado norte del templo descansa en un terreno escarpado y mucho más bajo que la entrada, ocupado por diferentes construcciones particulares. La parte posterior, hacia el oriente, se apoya casi sobre la ladera del cerro.
El interior del templo está desarrollado en una nave principal a la que se accede desde la entrada principal por un corto sotocoro que tiene a un lado el bautisterio bajo la torre, y al otro la escalera de acceso al coro, el primero cubierto por una sencilla bóveda de medio cañón. La nave se extiende hasta el crucero en tres amplios entrejes soportados en arcos y cubiertos con bóveda de arista. El lado norte de la nave descansa sobre un muro cerrado con una ventana en cada en treje y con pilastras de planta rectangular adosadas para recibir los arcos en un sencillo capitel. Estas pilastras se transforman en columnas en el lado sur para completar su función estructural recibiendo una segunda nave, más baja, cubierta en la misma forma y que comunica al exterior mediante la entrada lateral ya descrita. En esta parte del templo podemos apreciar el efecto de los acontecimientos históricos que afectaron al diseño definitivo del templo; la disponibilidad de algunos fondos y el deseo de seguir los lineamientos que llevaron a la ampliación de la catedral de Chihuahua de una a tres naves, ocasionó que en Santa Eulalia se repitiera este intento, pero unicamente fue posible en el lado sur, ya que hacia el lado opuesto el terreno tiene una pendiente muy considerable. De esta forma, la nave lateral abarca hasta el crucero en el lado sur, la nave principal tiene muro a un lado y columnas al otro y la portada lateral está más ornamentada que la principal.
El otro elemento que destaca sobre las austeras bóvedas de las cubiertas es la magnífica cúpula. Está desplantada sobre simples arcos torales cuya única ornamentación es una muy pequeña clave en cantera decorada. En las pechinas hay pinturas de los cuatro evangelistas y a partir de este nivel la ornamentación aumenta en profusión y calidad. Molduras compuestas separan los arcos torales del tambor octagonal que contiene una amplia ventana en cada una de las caras, enmarcadas éstas en una correcta combinación del mismo tipo de molduras horizontales. La cúpula es de nervios exteriores con pequeños pináculos en las bases y una esbelta linternilla.
Completan el conjunto los locales de servicio de sacristía y antesacristía situados al sur del presbiterio y el crucero y con acceso desde el exterior por el pequeño espacio libre mismo hacia el que abre la entrada lateral.
5.-OBRAS DE ARTE
La iglesia de Santa Eulalia ha tenido, durante toda su historia, la fuerte desventaja que representa el haber sido construida al mismo tiempo y con los mismos fondos que la suntuosa catedral de Chihuahua, pero en obvia situación secundaria. De esta forma, su ornamentación en general nunca fue tan rica como la de su vecina de la capital del estado, con el agravante de que, ya en la época del México independiente, las poblaciones pequeñas de Chihuahua, como la actual Aquiles Serdán, sufrieron grandes depredaciones como consecuencia de guerras y revoluciones.
Su acervo artístico nunca fue de riqueza notable y hoy ha desaparecido prácticamente.
En la ornamentación que observamos hoy día, podemos considerar entre las obras de arte varios elementos integrados a la obra arquitectónica, pero que destacan de la misma con valor propio. En primer término tenemos la elaborada portada lateral, realizada en cantera roja y que sobrepasa por mucho en diseño y realización a la de la entrada principal. Su origen explica esta circunstancia, como ya se ha explicado. De cualquier modo, esta portada contiene, además de la rica ornamentación en cantera, algunas esculturas de calidad realizadas también en cantera, obras de Nicolás e Ignacio Morín quienes trabajaron aquí mientras lo hacían también en los altares y portadas laterales de la catedral de Chihuahua, a finales del siglo XVIII.
En esta misma época y en circunstancias parecidas, trabajó el maestro carpintero Patricio José Rodríguez, quien inclusive presentó un presupuesto en conjunto para realizar varios trabajos en la catedral de Chihuahua y las puertas y ventanas de la parroquia de Santa Eulalia. Este trabajo resultó de buena calidad, sin llegar a ningún concepto artístico elevado.
ELABORÓ: ALBERTO VALENCIA
FECHA: 1984
6.-BIBLIOGRAFIA
HADLEY, Phillip L.
Minería y sociedad en el centro minero de Santa Eulalia.
Chihuahua (1709-1750).
Fondo de Cultura Económica. México, D.F. 1979
ALDAMA, Francisco R.
Diccionario de Historia, geografía y biografía chihuahuenses.
Ciudad Juárez, Chih. 1968.
COLOMO, Castro Felipe.
La Catedral de Chihuahua.
Chihuahua, Chih. 1978.
BARGELLINI, Clara.
La Catedral de Chihuahua.
Chihuahua, Chih. 1978.
ARCHIVO GENERAL DEL OBISPADO DE CHIHUAHUA.
Compilador: P. Manuel Acosta.
Manuscritos relativos a Santa Eulalia.
ELABORO: ALBERTO VALENCIA
FECHA: 1984
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
Santa Eulalia