Nombre del Inmueble
San Pablo
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000448
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000448
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
El Reino de la Nueva Vizcaya, nombre que el gran descubridor Don Francisco de Ibarra dió a la provincia de la Nueva España que abarcaba el actual estado de Chihuahua y parte de Durango, estuvo anteriormente poblado por un gran número de grupos indígenas independientes entre sí, algunos emparentados, la mayoría pequeños (salvo los tarahumaras). El historiador Don Francisco R. Almada menciona la existencia de 94 grupos diferentes antes de la llegada de los españoles.
En la segunda mitad del siglo XVI, algunos adelantados (personajes generalmente militares, autorizados por las autoridades virreinales para explorar y ocupar nuevos territorios), como el mencionado Don Francisco de Ibarra y Don Rodrigo del Río, avanzaron desde Zacatecas hacia el norte con la mira puesta en el descubrimiento de buenas tierras y sobre todo, de ricas minas. Sus esfuerzos no resultaron inútiles y para 1564 Del Río descubrió las muy ricas minas de Santa Bárbara y fundó la población de ese nombre. Investido como gobernador de la provincia en sucesión de Ibarra el primer gobernador, tuvo entre sus disposiciones la de solicitar la presencia de misioneros jesuitas para la evangelización de los indígenas.
La Compañía de Jesús tenía una serie de bien organizadas misiones en la costa del Pacífico y desde allí subieron la sierra algunos padres, llegando el P. Pedro Méndez a bautizar a los primeros 14 tarahumaras en la región de Chínipas en 1601. Pero la ruta de penetración más lógica a la Nueva Vizcaya era más hacia el centro, desde Zacatecas, donde los franciscanos tenían importantes fundaciones.
Fue necesaria una intervención de las autoridades eclesiásticas para determinar las jurisdicciones en las que realizarían su trabajo ambas órdenes religiosas y así le fue asignada la región llana del oriente que se extendía hasta el norte al Nuevo México, a los franciscanos, quedando la sierra y sus vertientes como territorio de los jesuitas.
En los primeros años del siglo XVII se inició el establecimiento de las misiones jesuitas y uno de los primeros sitios elegidos fue el que posteriormente llamarían Valle de San Pablo.
2.-EMPLAZAMIENTO
El antiguo poblado de San Pablo de los Tepehuanes lleva actualmente el nombre de Balleza, en honor de un personaje rara vez recordado de nuestra Independencia, el padre Mariano Balleza sacerdote vicario de D. Miguel Hidalgo en el curato de Dolores en aquel 1810 y actor destacado en la guerra independentista.
La región de Balleza es preponderantemente agrícola y ganadera y punto importante en la comunicación entre Parral y la parte alta de la sierra Tarahumara. Su clima es extremoso, como el resto del estado, con algunas corrientes utilizables para el riego.
En la población, de trazo regular y ortogonal en sus calles, no ocupa el templo de San Pablo el núcleo central, como era de esperarse por ser la antigua misión el origen del asentamiento. El templo, en cambio, esta situado con frente a una pequeña plaza jardinada, un poco hacia el norte de la plaza principal. Lugar, sin embargo, de gran movimiento por tener en su lado piniente la escuela más concurrida de Balleza. El resto de los frentes que conforman la plaza están ocupados por casas particulares, lo cual propicia un menor tránsito vehicular que le da cierta intimidad a esta sección del poblado.
El templo sorprende por su orientación con el frente (y la pequeña plaza) hacia el sur, cuando la gran mayoría de los templos misionales del estado de Chihuahua se construyeron con el frente hacia el oriente. Un estudio un poco más detallado del edificio, nos indica que, en realidad, el templo tuvo originalmente el frente hacia el oriente, cambiando posteriormente su disposición. En general, la zona en que se encuentra el templo, como la mayor parte de la población cuenta con buenos y completos servicios y equipamiento urbanos; electicidad, alumbrado, pavimento de concreto o asfalto (empedrado frente al templo), etc.
3.-ASPECTO HISTORICO
Hacia fines del siglo XVI, el territorio que actualmente ocupan los estados de Chihuahua, Durango, Sonora y parte de Coahuila y Sinaloa, estaban reunidos en una sola provincia de la Nueva España y su principal explorador y primer gobernador, Don Francisco de Ibarra la había bautizado como el Reino de la Nueva Vizcaya. La gran riqueza minera descubierta en Santa Bárbara y otros puntos cercanos propició la colonización española en esa región y la extendió hacia el norte y noreste del actual Parral. Inmediatamente hacia el oeste, en las primeras estribaciones de la gran sierra, el río Balleza y algunos afluentes forman una cuenca con buena tierra, pero deshabitada en aquellas fechas. La razón, seguramente entre varias más, era la situación de los territorios habitados por los dos grupos indígenas más fuertes y numerosos de la Nueva Vizcaya: el tarahumara inmediatamente al norte y los tepehuanes hacia el sur. Era prácticamente una tierra de nadie.
Así la encontró el P. Juan Font, uno de los primeros jesuitas que se internaron en la zona, hacia 1607. Este misionero invitó a poblar el lugar a tarahumaras que habitaban a poca distancia hacia el norte y lo llamó San Pablo. Durante mucho tiempo fue conocido como San Pablo de los Tepehuanes por ser el lugar más afín con el territorio de este grupo que el más abrupto de los tarahumaras, pero su población siempre fue tarahumara. Es unicamente circunstancial que el P. Font muriera a manos de los tepehuanes en su sangrienta insurrección de 1616 en el camino a Zape, mucho más al sur que Balleza.
La misión y el poblado de San Pablo habían sido fundados, pero no existe evidencia de que se haya construido algún templo formal. Tal vez fue unicamente una construcción provisional en la que llevaron a cabo su labor de evangelización de 1616 a 1640 algunos jesuitas como José Lomas, Nicolás Estrada y Juan Sanguesa, inclusive, cuando en 1624 el primer obispo de Durango D. Gonzalo Hermosillo impartió la confirmación a un grupo de tarahumaras en San Pablo, lo hizo al aire libre.
Hacia 1640 un activo jesuita había empezado a trabajar en la serie de fundaciones que la Compañía de Jesús llamó Misión de la Tarahumara Baja; el padre Jerónimo Figueroa, quien después de funda la misión de San Felipe de Jesús en 1639, bajó hacia el sur y se avocó al trabajo de proporcionar templo a las de Huejotitlán y San Pablo. En poco tiempo este eficiente misionero tuvo en servicio los templos de todas estas misiones y las atendió personalmente a pesar de las grandes distancias por recorrer, hasta 1647. En ese año el P. Gabriel Villar se hizo cargo de San Pablo mientras el P. Figueroa permanecía en Hejotitlán, pero cambiaron puestos al año siguiente. En esta situación es clara la política seguida por los jesuitas en sus misiones de la Tarahumara de dejar en un lugar a un mismo encargado por mucho tiempo. El P. Figueroa permaneció en Balleza como encargado hasta 1673 y ocasionalmente hasta mucho después, por lo que la buena atención del templo y la misión en general se deben a la labor del constructor del primer edificio religioso del lugar.
La misión continuó prestando servicio bajo la administración jesuita durante mucho tiempo más, pero es probable que con cierto progreso de la población, dada su cercanía al próspero Real de Minas de San José del Parral, la población tarahumara disminuyera al grado de no ser necesarios los servicios del templo. De un modo u otro, para 1753 en que, tras su secularización, fue entregado el temp lo al obispado, estaba parcialmente derruido.
Con el tiempo, Balleza se ha transformado en una floreciente población y su templo presta servicios normales como cabecera parroquial.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El templo de San Pablo en Balleza ocupa la esquina de las calles de Aldama y Felipe Angeles, con frente a esta última y la plaza a la que se abre. Unicamente en este frente tiene un pequeño atrio limitado con un murete de piedra y reja metálica baja entre columnmas cortas que forman parte del mismo muro.
La fachada está formada por dos volúmenes claramente diferenciados; el frente que corresponde al espacio de la nave y la torre y su amplia base. El primero consta de un solo paño sobre un rodapié de cantera; contiene la puerta de entrada enmarcada en una simple moldura de mezcla, dos ventanas laterales rectangulares y una más, cuadrada y pequeña, al centro. Remata con un gablete mixtilineo con curva en la parte central y está recubierto por completo con un aplanado terminado en cuadros diagonales a los lados, pequeños (25 x 25 cm.) y pintados en forma alternada en blanco y verde; acabado de poca calidad, pero que, con el tiempo y por su vistosidad, ha llegado a ser tradicional en la región. El segundo volumen, evidentemente de mayor antigüedad, corresponde al conjunto de la torre; consta de una base de muros espesos de adobe y planta cuadrada que se eleva ligeramente sobre el remate del muro central de la fachada, sobre esta base se desplanta un volumen ligeramente remetido de un metro de altura que recibe los dos cuerpos de la torre, similares entre ellos con un remetimiento en el segundo que constan de una planta cuadrada y una luz alargada rematada en medio punto en cada cara. El remate general es con bóveda semiesférica a modo de cúpula y cruz metálica. Destaca el conjunto de la torre (y se diferencia definitivamente del resto del templo) por su gran austeridad en el tratamiento de los paños lisos con aplanado rústico y la ausencia total de ornamentación.
La fachada lateral poniente, hacia la calle de Aldama, consta de un solo paño desplantado sobre un rodapié de piedra, en el que se abren cinco ventanas rectangulares sin marco. Al oriente existe un estrecho pasillo entre la torre y otros locales de la parroquia, sin que se encuentre terminado el arreglo del muro, ni aún definido su paramento definitivo.
La planta de la nave única es rectangular con un ochavado hacia el presbiterio, a modo de ábside, sin coro y con un pequeño bautisterio al oriente de la entrada. La cubierta consta de una armadura a dos aguas con lámina metálica al exterior y falso plafón plano al interior, con un desnivel en el presbiterio que permite la iluminación superior a esta sección. La estructura general es con muros de carga de adobe de poca altura (4 m. en la nave y 6 m. en el presbiterio).
Hacia el oriente de la nave y a todo lo largo de la misma, están situados varios locales en proceso de restauración que serán usados para sacristía y bodegas. La estructura y localización de estos espacios, así como sus materiales denotan su anterior configuración que, en la situación original del templo, correspondían a una posición de la nave diferente de la actual. Son tres espacios adjuntos a la nave; el primero, colindante con la torre y el último, adjunto al presbiterio, tienen comunicación hacia el interior del templo y al pasillo exterior, el central, únicamente hacia este pasillo. Su estructura consiste en muros de adobe y están cubiertos con lámina metálica.
Pertenece a la parroquia todo el predio que corre a lo largo de la calle de Felipe Angeles hasta la de Morelos. En este espacio se encuentran un gran salón de actos con cubierta de lámina y algunos l ocales menores para oficinas y bodegas.
5.-OBRAS DE ARTE
Desde su secularización en el siglo XVIII y hasta poco después de la revolución mexicana, el templo de San Pablo, como toda la región de Balleza, pasaron por épocas de gran agitación poco propicias para la conservación e incremento de obra de valor artístico.
Es por tanto natural que en este aspecto, el templo cuente apenas con la imaginería indispensable para el culto.
Sobre el muro liso que sirve de fondo al presbiterio existen tres simples repisas que sostienen, a los lados un cuadro de la Guadalupana y un óleo que representa a San Pablo en el camino de Damasco, este último de algún valor y antigüedad. Al centro destaca un Cristo de tamaño natural, figura en yeso de factura artesanal y de gran arraigo en la devoción popular.
En los muros laterales, dos nichos de estilo neoclásico con columnas corintias y arco de medio punto, contienen esculturas demasiado grandes para su tamaño; una, de factura moderna, policromada de San Antonio y en el lado opuesto, un impresionante San Pablo con libro y espada de alguna antiüedad, posiblemente del siglo XIX.
El equipamiento del templo es contemporaneo, de calidad comercial y sin mayor relieve, suficiente para la atención del culto normal del templo.
ELABORO: ARQ. ALBERTO VALENCIA
FECHA: 1984
6.-BIBLIOGRAFIA
ALMADA, Francisco R.
Diccionario de Historia, geografia y biografía Chihuahuenses.
Ciudad Juárez, Chih. 1968.
ALMADA, Francisco R.
La Enciclopedia de México, Tomo 3.
México, D.F. 1980.
DECORME, Gerard, S.J.
La Obra de los Jesuitas Mexicanos durante la época colonial.
Porrúa. México, D.F. 1941.
ROCA, Paul M.
Spanish Jesuit Churches in Mexico's Tarahumara.
The University of Arizona Press.
Tucson Ariz. EUA. 1979.
PORRAS Muños, Guillermo.
Las luchas con los indios en la frontera.
México, 1981.
ELABORO: ALBERTO VALENCIA
FECHA: 1984.
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Nombre del Inmueble
San Pablo