Nombre del Inmueble
Santa Ana
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000457
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000457
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
La Misión de la Tarahumara Alta fue el nombre por el que se conoció a la serie de establecimientos misionales de los jesuitas en los siglos XVII y XVIII, en la amplia zona que ocupa la gran Sierra Madre Occidental y su vertiente oriental, hacia el centro del actual estado de Chihuahua.
Desde su aparición en la Nueva Vizcaya, los jesuitas trabajaron en la evangelización del gran pueblo tarahumara. El campo de acción que se les asignó fue casi exclusivamente territorio tarahumara.
Sus primeras fundaciones, al sur del estado, fueron llamadas la Misión de la Tarahumara Baja porque aún cuando el territorio era predominantemente tepehuano, llevaron algunos grupos tarahumaras para poblar los asentamientos en donde tenían sacerdotes de planta (Balleza, Huejotitlán, etc.) A partir de allí, fueron ampliando el conocimiento que tenían de los tarahumaras. El P. Font recorrió el territorio inmediato al norte de Huejotitlán e hizo contacto con grupos tarahumaras cuyos caciques se mostraron accesibles, llegando incluso a pedir sacerdotes para la evangelización de sus poblados. Esta situación provocó, de parte de los directivos jesuitas, una organización completa del trabajo a realizar en esa zona. En los primeros lustros del siglo XVII, algunos de los más brillantes organizadores de la Compañía de Jesús en el norte, como los PP. Guadalajara, Barrionuevo, Gamboa, Tardá, etc., determinaron las bases para una serie de fundaciones misionales que debía abarcar hasta los más apartados poblados de los tarahumaras y cubrir toda la zona que se les había asignado, hasta llegar, en la parte central, cerca de la actual capital del estado, a la región llana en donde los franciscanos realizaban la misma labor (Santa Isabel, San Andrés), zona en donde se encuentra el poblado de La Joya.
2.-EMPLAZAMIENTO
Desde tiempos prehispánicos fue ampliamente recorrida esta zona, ya que reunía características apropiadas para la agricultura y la caza y recolección, bases de la vida de los antiguos tarahumaras como lo fué posteriormente para los españoles buscadores de tierras regadas adecuadamente en una región predominantemente árida. La Joya, como su vecina Satevó fue fundada a la orilla de un río que, aún cuando seco una buena parte del año, fertiliza notablemente esta tierra.
El terreno ya es aquí sensiblemente plano con algunas ondulaciones que preludian las primeras estribaciones de la gran sierra hacia el oeste.
El clima del lugar participa más del extremoso del desierto que del clima serrano aún cuando la estación calurosa se vea ligeramente mitigada por ocasionales vientos de la sierra. La región es predominantemente agrícola y ganadera y su progreso general se ha visto incrementado en los últimos años con la terminación del ramal de la carretera que va de General Trías a Satevó y pronto se extenderá como vía corta Chihuahua - Parral.
La Joya se encuentra a poca distancia de la carretera comunicada por un camino vecinal de terracería. Es una población pequeña con no más de 400 habitantes en la que no se aprecia una traza regular bien determinada. Sobre un eje representado por la continuación del camino hacia la carretera principal, se extiende en primer lugar a un pequeño grupo de casas situadas a un lado del templo y a poca distancia el agrupamiento principal de viviendas, hacia el oriente de la población.
Las casas de un nivel en su totalidad no mantienen un estilo o características comunes, pero en general su calidad es superior a las de otros poblados similares.
Hacia el occidente de este grupo principal, en el borde de una pequeña hondonada que continúa hasta el río, se levanta como única edificación de mayor altura que las casas, el templo de Santa Ana.
3.-HISTORIA
La población de la Joya y su templo de Santa Ana se encuentran ligados desde su fundación a la vecina Satevó y a la misión jesuita establecida aquí desde 1648. De hecho, su calidad de visita que conservó durante la época colonial poco ha variado ya que en muchos sentidos aún la población, muy pequeña, de La Joya, depende de Satevó.
Si bien no existe un registro exacto de la fecha de la fundación de la visita de Santa Ana en la Joya, no es difícil situarla en la época de mayor auge de la misión de Satevó, en los primros años del siglo XVIII. Satevó había tenido una azarosa vida en sus primeros tiempos; dos de las primeras rebeliones de los Tarahumaras en 1648 y 1653 arrasaron el lugar y sus alrededores y lo que fué más grave, dispersaron a los ya asentados indígenas y llevó largo tiempo reinstalar estas comunidades. Pero mientras otras misiones de sierra arriba debieron esperar veinte años para su reedificación, en Satevó el P. Sarmiento no abandonó el lugar ni el trabajo misional. Sustituido por el P. Domingo Lizarralde cerca de 1692, correspondió a este último llevar a la misión a su máximo desarrollo y la fundación de sus visitas entre las que se encontró la de Santa Ana en la Joya, la más cercana de ellas a su cabecera. Esta circunstancia propició que siempre fuera atendida por el sacerdote encargado del partido, cargo que correspondió a los P.P. Francisco Bosque en 1719, acompañado por Baltazar Peña en 1723.
Todavía tuvo la misión algunos años de prosperidad bajo la administración jesuita pero debido a su ubicación tan cercana y de fácil acceso a los centros urbanos más importants de la antigua Nueva Vizcaya fue requerida por las autoridades eclesiáticas para su secularización en 1753, junto con todo el partido jesuita y algunas misiones franciscanas.
A partir de entonces el templo de Santa Ana y su comunidad es atendido por el clero diosesano y depende de la cabecera en San Lorenzo.
5.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El templo de Santa Ana se encuentra desplantado en una explanada en la entrada de la población. Este terreno plano esta delimitado al frente del templo por un cerca de malla metálica de poca altura configurando un intento de atrio en donde el piso, de tierra apisonada y algo de césped, únicamente presenta algunos restos de tumbas y lápidas y pocos árboles bajos.
En una apreciación general se tiene del conjunto una doble impresión: en su construcción original el templo siempre mantuvo una gran austeridad y a partir de entonces el deterioro ha sido constante mientras el mantenimiento ha resultado por completo insuficiente.
La fachada estuvo tratada con una agradable disposición de sus escasos elementos, muro frontal, puerta principal, ventanas, torre, contrafuertes, pero el paso del tiempo nos ha dejado el muro frontal con la puerta de entrada y una ventana del coro sobre ella simplemente separados por una corta cornisa de cantera empotrada en el paño blanqueado como reliquia de alguna ornamentación más completa en ese material que antiguamente conformó la portada. Una sección de cornisa similar pero de menor extensión se encuentra sobre la ventana del coro. Ese gran paño blanco presenta como elementos asimétricos una ventana baja en la base de la torre y los restos de un contrafuerte en su extremo norte.
La torre, derrumbada tiempo atrás, comienza a ser reconstruida (aún cuando las obras llevan muchos años suspendidas) con muros perimetrales sobre una planta cuadrada y una luz rematada en medio punto en cada cara.
Mediante cuatro gradas de cantera en mal estado se accede a la entrada que se abre hacia un corto sotocoro integrado a la nave sin cancel divisorio. El coro está realizado en una estructura de madera en forma tradicional sobre una gran viga maestra transversal al sentido de la nave y apoyada en unas ménsulas muy finamente labradas, sobre la que se apoyan vigas en el sentido opuesto soportadas en una cornisa de cantera del muro posterior y volados hacia el presbiterio. Completan el coro vigas de soporte del barandal de madera y piso de duela ornamentado en su cara inferior.
La nave única esta conformada por una estructura de gran simplicidad a base de muros perimetrales de adobe de gran espesor reforzados exteriormente por contrafuertes del mismo material. Los muros laterales están separados la distancia máxima suceptible de ser salvada por una viga de madera sin ménsula de apoyo. De este modo, las vigas del plafón se encuentran apoyadas en una simple moldura de cantera y reciben entablado, relleno para pendiente y acabado impermeabilizante que lleva el agua pluvial a botaguas laterales de barro.
La separación entre presbiterio y la nave se realiza mediante varios elementos; dos gradas de cantera procedentes del acabado original (el piso actual de la nave es de mosaico de pasta común) que llevan al nivel del presbiterio limitado por una barandilla de madera. En el espacio intermedio hay dos medias columnas de cantera adosadas al muro compuestas de pedestal, basa, capitel e imposta de moldura múltiple soportan un amplio arco de medio punto sin ningún detalle ornamental. En el presbiterio un altar tradicional de madera se eleva escalonado a modo de retablo y está desplantado sobre una plataforma que contiene también el altar litúrgico actual de gran simplicidad. El muro posterior del presbite río esta ochavado en sus esquinas a modo de ábside y la cubierta es una extensión de la nave. Hacia el norte de este espacio se abre m ediante una pequeña puerta, un espacio pequeño con muros de adobe y cubierta de vigas que funciona como sacristía.
El resto de los vanos está constituido por dos ventanas laterales de la nave, rectangulares y sin marco y la entrada a la capilla lateral, bajo la torre, desprovista de toda ornamentación en los muros, pero con restos de decoración en el plafón de madera.
Las fachadas laterales y la posterior están conformadas por los muros laterales y sus contrafuertes aplanados con mezcla y rematados por un pretil de piedra y los botaguas de barro.
6.-OBRAS DE ARTE
Como sucede frecuentemente en el área de misiones antiguas del Estado de Chihuahua, en el templo de Santa Ana de la Joya el acervo artístico que se conserva en la actualidad representa una mínima parte de lo que debió ser en sus tiempos de esplendor pero a la vez nos muestra cuales debieron ser sus características principales y en algunos casos una base para su futura recuperación.
En este sentido cobran especial importancia los restos del artesonado que se pueden observar en el plafón del sotocoro. Corresponden a una serie de figuras de inspiración vegetal, en varios colores y que ocupan por completo el trabajo de madera. Este trabajo guarda algunas notables muestras de artesanía en las grandes ménsulas que sostienen la viga maestra del coro.
Otro elemento perdido, tal vez definitivamente, es el trabajo de cantera que debió lucir la fachada. De el se guarda algunas pequeñas muestras usadas como mínimo decoración sobre la puerta de entrada.
Para la posible reconstrucción de estos elementos es necesario considerar los restos del artesonado y la fachada de cantera de la cercana Santa María de las Cuevas, así como la magnifica portada de Santa Rosalía de las Cuevas, ambas misiones muy relacionadas en el tiempo y el espacio con Santa Ana, por lo que no es aventurado suponer que estilos y realizaciones tuvieron el mismo origen y aún los mismos artífices.
En cuanto a la imaginería, Santa Ana conserva únicamente un gran óleo representando a San José, muy probablemente procedente del siglo XVIII, de poca calidad en el trazo y el colorido.
ELABORO: ALBERTO VALENCIA
FECHA:1984
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
Santa Ana