Nombre del Inmueble
Apóstol Santiago
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000560
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000560
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
Los matlatzincas, o pirindas, poblaron una vasta región del área que hoy forma parte del centro del Estado de México; a ellos se debe la primitiva fundación de varios de los pueblos que se encuentran en el valle de Toluca y en la jurisdicción municipal que pertenece a la misma ciudad. Aunque hacia el siglo XV no eran los únicos ocupantes de la región conocida como Valle de Matlatzinco -pues había también otomies y mazahuas- en algunos sitios fueron tan destacados que sobre ellos se dirigieron las agresiones que condujeron a la conquista de todo ese territorio por parte de las huestes mexicas en la época que gobernó Axayácatl.
La sujeción de un número considerable de poblaciones del valle al régimen tributario ordenado desde México-Tenochtitlan se mantuvo hasta que los conquistadores, evangelizadores y pobladores españoles comenzaron sus incursiones.
La calidad de pueblos sometidos al imperio azteca que tuvieron numerosos conjuntos del hoy valle de Toluca transformó relativamente buena parte de los modos de vida de sus habitantes: si bien el régimen que se estableció entonces era contrario a la voluntad de los matlatzincas éstos aceptaron una larga serie de rasgos culturales entre los que destacaron hasta los nombres con que a partir de aquella época se conoció a numerosas comunidades.
Las denominaciones originales de los sitios no trascendieron y se adoptaron las voces del náhuatl que, en buen número, han llegado hasta nuestros días: Tlaxomulco, que Olaguíbel interpreta como en el rincón de la tierra (1) fue el nombre impuesto por los mexica en virtud de condiciones propias pero no exclusivas del sitio. En efecto, en algunas otras regiones aparecen definiciones similares toda vez que, como en Jalisco, a unos 25 km. de Guadalajara, se repiten condiciones parecidas que condujeron a la adopción de los mismos nombres.
Poblados como Tlaxomulco, que como se advierte tenían ya un cierto linaje prehispánico, fueron muy probablemente los que primero recibieron las visitas evangelizadoras de frailes doctrineros franciscanos aún antes de la formalización de los trabajos de erección de la ciudad de Toluca. Los contactos que más temprano establecieron los religiosos con los naturales no quedaron en meras entrevistas o en la administración de bautismos a los señores y caciques: se construyeron, algún tiempo antes de que se iniciaran obras en Toluca, varias pequeñas ermitas en las cuales se celebraban algunos ritos del culto católico que contribuyeron de manera definitiva a transformar los pueblos a la manera española.
Tlaxomulco no debe haber sido la excepción y quizá desde los primeros momentos en que misionaron por ahí los franciscanos fue designado el apóstol Santiago como patrón de la localidad. El conjunto poblado probablemente se trazó con apego a las normas habituales pero se deben haber respetado tanto la situación original de la primera iglesia provisional como la vocación agrícola de la gente pues la organización del caserío se desvinculó de los ámbitos de la iglesia que, hasta ahora, quedó dispuesta en el campo rodeada de cultivos.
2.-EMPLAZAMIENTO
La iglesia dedicada a Santiago Apóstol se encuentra sobre la carretera que une a la ciudad de Toluca con varios de los pueblos del interior del municipio del cual es cabecera; uno de ellos, Tlaxomulco, se encuentra al final de una corta desviación en las faldas del lado norte de una de las eminencias que limitan el crecimiento de Toluca, situada al otro lado de los cerros. La localidad de Tlaxomulco es un pequeño poblado que ha experimentado algunos cambios en el pasado reciente debido al desarrollo de la capital del Estado: en efecto, muchos de sus pobladores, que hasta hace poco se dedicaban en exclusiva a las labores agrícolas comienzan a incorporarse a la fuerza de trabajo de la planta industrial y comercial de Toluca sin dejar de utilizar sus antiguos terrenos en el pueblo como de modo que hoy, desde ese punto de vista, Tlaxomulco ha adquirido características que ya lo convierten en un suburbio de la vecina gran ciudad.
El agrupamiento del caserío en la pendiente de un cerro presentó diversas dificultades para su organización, de modo que lo que puede observarse hoy son una serie de calles y andadores cuyo trazo se adaptó de una manera libre y espontánea a las condiciones topográficas del medio. Esas condiciones no se suavizaron porque se hayan realizado obras de importancia en las nivelaciones sino porque, sencillamente, se prescindió de las aparentes complicaciones que acarrearía el seguimiento de un esquema tradicional impuesto sobre un terreno ligeramente accidentado: en efecto, no hay plaza ni ningún otro espacio abierto que defina los trazos de las calles; los que hay, que no son muy abundantes, por cierto, son producto de la misma libertad con que se fueron abriendo y agregando las varias circulaciones. Todas estas circunstancias seguramente influyeron, junto con la ubicación de un primitivo templo en las afueras, para que se consolidara y formalizara la intención de disponer el sitio de las habitaciones en un lugar separado del terreno ocupado por el edificio religioso. La distancia que media entre las primeras casas del vecindario y el predio en que se levanta la iglesia ha ido decreciendo en la medida en que cada día se construyen más viviendas que aprovechan el camino asfaltado que entra a la población; el pueblo, así, ha adquirido una fisonomía peculiar pues lo primero que se encuentra, según se llega de Toluca, es el atrio y el volumen del templo a los que sigue una agrupación lineal para terminar con un conjunto definido por varias calles que ascienden desde la carretera y que rematan, como todos los ejes y las perspectivas del asentamiento, en el paisaje que forman los cerros ahora sólo parcialmente cubiertos por árboles.
El edificio que aloja el culto por el Apóstol Santiago se encuentra exento rodeado por campos de labranza; la barda de su atrio establece diferencias en el tratamiento del suelo pues mientras en el exterior se cultivan maíz y otros productos, el interior se forma con jardines en los que el pasto predomina. Los árboles que también integran el conjunto atrial colaboran a definir la antigüedad del establecimiento religioso al tiempo que le confieren, con sus frondas y sus sombras, una parte considerable de su atractivo. A falta de vecinos con cuyos edificios sostener algunas relaciones formales y espaciales, como ocurre en medios urbanos, el templo del Apóstol Santiago está vinculado con un medio que cambia al ritmo de la siembra, de las cosechas y de las flores que representan a cada época del año.
3.-ASPECTO HISTORICO
El inmueble es una obra de carácter popular que se ha completado con la aportación de varios trabajos ejecutados durante numerosas etapas constructivas en las cuales no ha sido seguido un único proyecto sino que han mandado los gustos y las soluciones representativas de cada una de las épocas.
La primitiva construcción, que acaso pudo ser una ermita erigida durante el siglo XVI, dejó su lugar a una segunda fábrica que prestó una utilidad y que luego sirvió de base para las adiciones y modificaciones que hoy conocemos. Sin datos o testimonios que así lo confirmen, puede presumirse que la estructura definitiva procede de mediados o finales del siglo XVIII a juzgar por las formas de algunos elementos entre los cuales la cúpula sobre la sacristía desempeña un papel muy destacado; la iglesia, entonces, debió ser mucho menos larga y tan estrecha como siguen siendo los dos últimos tramos de su interior. No quedan restos de objetos que pudieron incorporarse al conjunto por aquellos años, si acaso sólo algunas de las pinturas de autor anónimo que se conservan en la sacristía y que han sido retocadas en repetidas ocasiones.
Una de las mayores intervenciones practicadas al edificio se llevó a cabo probablemente en la segunda mitad del siglo XIX: aunque luego ha habido algunas reparaciones, buena parte de la pintura mural y prácticamente todos los componentes arquitectónicos del interior -la balaustrada que corre por el coronamiento de los muros laterales y el altar neoclásico del presbiterio, entre otros- parecen proceder de entonces junto con la torre de campanario más pequeña, la que se encuentra al sur de la portada. En muchos edificios religiosos del Estado de México y de todo el país se practicaron obras que buscaron el mejoramiento de los conjuntos en un momento en que las normas del neoclásico se expresaron sustituyendo a una parte muy considerable de las creaciones que hasta entonces se habían acumulado en conjuntos de muy variadas calidades. En la iglesia de Santiago Tlaxomulco esos lineamientos compositivos alcanzaron tan buena fortuna que quedó asegurada su permanencia en las obras que también se ejecutaron en el conjunto durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del presente y que sirvieron como primer avance para otra obra, la de ampliación del espacio interior, que, según una inscripción en una placa de mármol colocada en la cara exterior de la torre sur, se realizó entre 1917 y 1925. Esos trabajos, como se dijo, fueron ejecutados bajo la misma influencia neoclásica anterior y no abarcaron sólo el interior y el coro, sino que se extendieron hasta la torre norte del conjunto, elemento de enormes dimensiones en el que las soluciones formales son mucho más sencillas y que no ha sido totalmente terminado.
La iglesia dedicada al Apóstol Santiago resume, como muchos otros edificios, la continuidad de las intenciones populares por darse un conjunto que represente cabalmente a la comunidad. La sucesión de trabajos que se han realizado en ella han buscado, además, la satisfacción de la necesidad de espacio y en cierta forma asegurar la permanencia de sus valores pues no se explicaría de otro modo la celeridad con que se ha seguido, en años recientes, la construcción de la casa de los vigilantes adosada a los muros laterales al sur del templo. El desarrollo histórico del conjunto continua al presente toda vez que las intervenciones en varias zonas, y en el atrio, se mantienen.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
No se conservan, si las hubo, crónicas o relaciones que mencionen al pueblo de Santiago Tlaxomulco. No hay, en consecuencia, datos referentes a la personalidad de los autores tanto de la traza del pueblo como del emplazamiento de la iglesia dedicada al patrono de la localidad. Una y otro se han atribuido a inquietudes populares que resultaron notables pues si bien el caserío está bien organizado la instalación religiosa es un verdadero ejemplo de arquitectura vinculada al paisaje.
En el templo no se ensayaron formas peculiares que subrayaran esa relación; tampoco el atrio es consecuencia, hasta donde se puede saber, de una teoría: el conjunto de singularidades que caracterizan a la ubicación del edificio católico pueden ser producto, sencillamente, de la satisfacción de una necesidad y de una serie importante de circunstancias afortunadas.
El atrio del templo es uno de los de mayores dimensiones en el Estado de México, de tal suerte que son varias las zonas de que se compone: por una parte, la calzada central que une la puerta atrial con el acceso al edificio, que está pavimentada y se encuentra bordeada por unos árboles que tienen la apariencia de haber sido plantados con el propósito de sombrear el espacio anterior a la iglesia seguramente hace más de un siglo; los prados que, repartidos en cuadros, ocupan las superficies que dejan libres los andadores dispuestos quizá como una reminiscencia de los caminos procesionales; el área jardinada que se extiende frente a la fachada lateral sur del edificio y que, a últimas fechas, se ha convertido en patio de la vivienda del vigilante, construcción anexa que quizá se hizo como una previsión para cuando el templo sea elevado a la categoría parroquial. En todos esos sectores del atrio se advierte el mismo deseo por dar a la iglesia un marco digno y por establecer con claridad las diferencias que tienen que darse con el exterior; los sistemas de mantenimiento no son tan estrictos como para esperar que aquel espacio se convierta pronto en un jardín; basta, como ha sido hasta ahora, que el tratamiento que recibe haga distinguir el campo de cultivo del ambiente religioso sólo por la vía del control de la vegetación y no gracias a elementos construidos o a circulaciones muy rígidamente señaladas.
Las fachadas de la iglesia se ostentan casi totalmente libres excepción hecha de la que ve al sur que en los últimos años ha sido alterada por la presencia de la vivienda que tuvo que hacerse para ofrecer alojamiento al vigilante y para dejar previsto un espacio que podría llegar a utilizarse como dependencias parroquiales. Esa fachada sur, sin embargo, incluye una serie de elementos que le confieren cierto interés por tratarse de las adiciones que representan a cada una de las etapas constructivas del inmueble: ahí están los dos campanarios, el muro que señala la ampliación de la nave, la cúpula de la sacristía y los volúmenes de la estructura original; en ella son ostensibles, además, las varias calidades de los acabados, desde la piedra aparente de la torre norte hasta el moderno aplanado a base de mármol de la torre sur y los enjarrados de cal y arena, que quizá sean los originales, en la cara externa de la cúpula. Las fachadas norte y oriente son las más sencillas porque están organizadas sin mayores pretensiones y sin incluir más materiales que los sillares de que estan hechos los paramentos por esos lados.
La fachada principal está compuesta por los elementos de mayor relevancia: la integran las dos torres y la portada. El primero de los campanarios, al norte, se apoya sobre un cubo que forma un cuerpo independiente del volumen del templo que, aunque está cuidadosamente adosado, no oculta ser un agregado; está organizado a base de dos cuerpos de planta cuadrangular, que llevan un vano en cada cara y modestas molduraciones que recorren sus caras a la altura de las impostas de los arcos, y un remate abovedado recubierto de azulejo apoyado por un tambor octogonal. El otro campanario es de dimensiones más proporcionadas con el volumen del templo: su cubo está integrado a la portada y su cuerpo principal presenta un trabajo un tanto más elaborado pues lleva dos cornisamientos que lo limitan, uno arriba y otro abajo, y pilastras estriadas que confinan los vanos de cada una de sus caras; su remate, también de ocho lados, lleva un pequeño tambor que recibe a la parte alta resuelta casi como una pirámide de planta cuadrada en cuyo vértice se colocaron una esfera y una cruz de piedra. La portada es de dos sencillos cuerpos que se definen por medio de pilastras desiguales pareadas y entablamentos conseguidos básicamente por molduraciones; el cuerpo alto termina en un pequeño pretil sobre elque se apoyan la última cornisa, un juego de dos roleos y un cruz de piedra. El arco de medio punto que señala el acceso, en el primero, y la ventana de coro, en el segundo, son piezas de escasa importancia.
El ambiente interior del templo se organiza en base a los dos espacios que forman el recinto, el primero de los cuales, que comprende al coro y los dos tramos siguientes, es producto de la ampliación realizada entre 1917 y 1925. El segundo está formado por los tramos más antiguos del conjunto y en él, que incluye al presbiterio, se halla el altar sobre el cual aparecen los motivos principales en la composición: se trata de un retablo de origen formal neoclásico de dos cuerpos en el que se alojan una representación pictórica de la Virgen de Guadalupe y una escultura ecuestre del Apóstol Santiago. El Cristo curcificado que acompaña a esa disposición pende de la bóveda. Las cubiertas en las dos zonas del templo son bóvedas de arista que se apoyan sobre los muros laterales pues las pilastras son más bien decorativas como lo revela la estructuración de la que se encuentra sobre el muro sur a la altura del púlpito. Los motivos ornamentales están compuestos a base de pintura mural de muy relativa calidad: sobre fondos en los que aparecen estrellas y flores estilizadas se advierten secciones tratadas como medallones en los que van interpretaciones de varias escenas.
La colección de pinturas y esculturas que guarda el templo es de notable calidad aunque se trata de creaciones anónimas; destacan los cuadros que se alojan en la sacristía así como el que se encuentra sobre el muro lateral sur. Entre las piezas escultóricas de valor relevante se cuentan las que han sido colocadas en el tramo siguiente al que ocupa el coro.
El aspecto formal interior del templo acusa también las varias etapas constructivas y decorativas que caracterizan al conjunto: los lienzos de buena calidad, que revelan por lo menos un período de cierta prosperidad, conviven con adiciones muy al gusto de artistas vernáculos inspirados en modelos consagrados en otras partes y que los feligreses han incorporado de muy buen grado a su conjunto. La solución de varios de los detalles en los componentes de los acabados presentan calidades distintas tanto desde el punto de vista compositivo como desde el ángulo de la mano de obra: ese es el caso de los arcos que soportan a las bóvedas, sobre los que se han pintado las dovelas con divisiones convergentes en un afán por no olvidar el primitivo material de la fábrica.
5.-NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
(1) Gobierno del Estado de México, Monografía del Municipio de Toluca, Toluca, 1973, pág. 16
José Rogelio Alvarez Noguera, El Patrimonio Cultural del Estado de México, Primer Ensayo, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, tomo CX, México, 1981
Rutas Turísticas del Estado de México, Dirección de Turismo del Gobierno del Estado de México, Toluca, sin fecha Cecilio A. Robelo, Manuel de Olaguibel y Antonio Peñafiel, Nombres geográficos indígenas del Estado de México, textos revisados y anotados por Angel María Garibay Kintana, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, tomo VII, México, 1966
Gustavo G. Velázquez, Quienes fueron los matlatzincas, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, tomo XXVII, México, 1973
ELABORO: ARQ. JOSE ROGELIO ALVAREZ
FECHA: 23 de abril de 1984
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
Apóstol Santiago