Nombre del Inmueble
Santiago
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000595
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000595
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
La organización de los asentamientos humanos en el valle de México que encontraron los españoles a su llegada en 1520 tenía para entonces hondas raíces en el tiempo.
Las condiciones naturales del sitio habían determinado desde casi un milenio atrás, la forma de vida de los pequeños grupos humanos que, sin haber llegado a configurar una gran cultura, consolidaban sus sistemas sedentarios basados en una agricultura incipiente y en el aprovechamiento de su medio ambiente.
En el caso de la región circundante a Tultepec y Tultitlán, en el norte del valle, hacia el oeste de la pequeña sierra de Guadalupe, es importante señalar sus características determinadas por el sistema lacustre natural que entonces prevalecia. El gran lago de Texcoco se extendía por el norte hacia la entonces importante Xaltocan y hacia el poniente hasta unirse con el embalse de Zumpango, aislado poco después como laguna, desecado posteriormente y devuelto parcialmente a su condición de laguna a últimas fechas. Esta zona, entre el lago y la sierra, plana, con pocas y pequeñas colinas, alternaba entonces la caza y pesca lacustres y el aprovechamiento de tules y demás flora acuática, con las siembras en terreno semianegado.
Tultepec contó desde antiguo con un significativo número de habitantes y llegó incluso a merecer la toma de posesión formal del territorio por parte del naciente poder del imperio azteca que, como en la mayor parte de estos casos, limitó su intervención directa en el lugar al cobro de tributos, sin que exista evidenciade que estos tributos hayan sido cedidos a sus aliados tecpanecas de Tacuba, mucho más cercana a Tultepec.
El modo de vida elemental de estas pequeñas comunidades, muy lejano cualitativamente al de las grandes culturas vecinas, impidió la formación de asentamientos mayores. La importancia de un sitio residía más bien en el número de pequeños grupos dispersos, a veces consanguineos, sobre los que un cacique regional ejercía algún control. En Tultepec, el poder local abarcaba algunas comunidades más pequeñas como Teoyahualco, con el que seguramente compartía las actividades principales condicionadas por el medio.
2.-HISTORIA
El antiguo templo de Santiago Teoyahualco tiene su origen presumiblemente en la primera expansión evangelizadora que llevaron a cabo los frailes franciscanos, en el mismo año de la llegada a nuestro territorio de su primer grupo importante, 1524. Este grupo llamado de los doce encabezado por Fr. Martín de Valencia, celebró una primera junta apostólica entre el 17 de Julio y el 17 de Octubre de aquel año y decidieron emprender la evangelización masiva del territorio empezando por las regiones más densamente pobladas, entre las que destacaba el valle de México.
El norte del valle, muy poblado entonces para la época, fue prontamente recorrido por los franciscanos que avanzaron hasta Jilotepec en donde contaban con un convento entre 1529 y 1531. Por supuesto, el territorio intermedio había sido reconocido y atendido de acuerdo a la disponibilidad de personal franciscano.
Hacia 1532 estuvieron los frailes en posibilidad de consolidar sus fundaciones en la región y establecieron el convento principal en Cuautitlán, la población mayor, para atender periodicamente a los asentamientos menores que llamaron de visita o simplemente visitas.
Una expansión posterior del sistema franciscano de fundaciones, llevó entre 1569 y 1585, a transformar antiguas visitas en conventos medianos que a su vez atendían nuevas visitas en poblados menores. Así fue establecido, alterno al de Cuautitlán, el convento de San Lorenzo de Tultitlán y ampliado el número de visitas entre las que muy probablemente se encontraban Tultepec y su vecina Teoyahualco que tal vez contó entonces con una primera capilla.
A partir de este modesto origen, el pequeño poblado de Santiago de Teoyahualco contó con un templo cristiano que pronto vería sus mejores días durante el siglo XVII, en cuyos primeros años sobrevino la desastrosa disminución de la población indígena y sus resultados inmediatos como fueron la congregación forzosa de los indígenas, que vivian dispersos desde tiempos prehispánicos, en los poblados, para asegurar su supervivencia, control y el abastecimiento de mano de obra a las nacientes haciendas.
El proceso subsecuente de la construcción de un nuevo templo y su posterior enriquecimiento estuvo ligado al desarrollo del poblado en el que se integraron los nuevos propietarios rurales, comerciantes, artesanos, etc., que de acuerdo a la composición de la sociedad novohispana, comprendía españoles,criollos, castas e indígenas, ya para entonces, pasada la situación misional del templo de Santiago, éste pertenecía a la recién creada parroquia de Tultepec en calidad de vicaria. Con el correr de los años lograron tener, como edificación principal del asentamiento, un templo al que se incorporaron notables valores arquitectónicos.
El templo, no obstante la calidad de construcción que se le dió hace más de tresciento años, fue víctima de una notable falta de sensibilidad por parte de sus encargados. Hacia 1945, mostraba algunos elementos de su estructura gravemente deteriorados que sin duda hubieran necesitado la intervención de técnicos especializados en rehabilitación de inmuebles antiguos. En vez de recurrir a ellos, se optó por ignorar el problema, aprovechar la amplitud del atrio para construir un nuevo templo de calidad deplorable y abandonar el que dió origen al poblado.
Por fortuna, la mencionada amplitud del atrio y la manifiesta proclividad de los autores de esta aberración a las soluciones fáciles e incompletas, impidió que procedieran a la demolición de l edificio antiguo que actualmente superpone sus deterioros en espera de una restauración difícil y laboriosa, pero posible.
3.-EMPLAZAMIENTO
El pequeño poblado de Teyahualco (como se acostumbra a llamarlo en la actualidad, simplificando, de su original Teoyahualco, el prefijo teo, tal vez indicador de la existencia prehispánica de algún adoratorio), es en casi todo dependiente de Tultepec, al grado de poder considerar una cierta conurbación entre ambas que si no es total aún, pronto lo será de continuar su recimiento urbano.
A diferencia de la mayoria de las poblaciones vecinas que contaron con un templo fundado por los mendicantes del siglo XVI, Teyahualco no posee una traza urbana centrada en el templo. En realidad, nunca tuvo una traza definida y su crecimiento, hoy como ayer, ha dependido de los caminos que la comunican con Tultitlán, Tultepec y Coacalco, principalmente. En la actualidad, frente al atrio del templo se cruzan las carreteras que van a esos poblados, cuyo tránsito ha aumentado considerablemente.
La falta de trazo regular del pueblo colocó al conjunto religioso (templo y atrio) desde su fundación, a la orilla de un camino por el sur y en colindancia con otras propiedades en los lados restantes, sin calles que configuraran un posible centro cívico en caso de crecimiento de aquel pequeño poblado. Este crecimiento se ha presentado, si bien es moderado aún, y la situación urbana del templo sigue igual. A lo más se le ha acondicionado una pequeña área libre al frente del atrio, de uso común para juegos en cancha dura. Una reordenación urbana resulta indispesable y, de retrasarse ésta, los problemas de Teyahualco serán mucho mayores que el pueblo mismo.
El pueblo mantiene sus actividades tradicionales relacionadas con el campo (hay buena tierra y posibilidades de riego), pero es previsible un progresivo cambio en el uso del suelo debido al constante avance de la industrialización de toda esta zona. A poca distancia del pueblo, grandes instalaciones industriales han ocupado ya las tierras de cultivo.
En el aspecto comercial y de servicios, la dependencia de esta pequeña comunidad de sus vecinos, es casi absoluta. Tultepec, a muy corta distancia y Cuautitlán relativamente cercano, proveen sus necesidades, aún cuando el comercio tiende a extenderse.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El templo de Santiago en Teoyahualco (Teyahualco), fuera de uso desde hace más de veite años y con una buena parte de su estructura derruida, conserva una gran cantidad de valores arquitectónicos en su diseño y muchas partes del edificio completas, de modo que una descripción del templo tiene que realizarse como la de una obra arquitectónica viva, con graves problemas en su mantenimiento y en un proceso interrumpido de rehabilitación.
El templo está situado en un atrio de buen tamaño, con la mayor parte de su barda compuesta por elementos originales de la época colonial, pero modificada en sus acabados y algunas cejas de remate. En la antigua portada quedan aún algunos rastos de piezas de cantera que la ornamentaron.
De la antigua capilla, dispuesta como estaba acostumbrado sobre un eje oriente-poniente y con el altar al oriente, quedan casi toda la fachada principal, los muros estructurales básicos con algunos arcos formeros, el altar principal y restos de algunos otros elementos.
Sin duda es la fachada la parte de mayor interés, tanto por su calidad de diseño como por la de su realización, en la que se utilizó cantera de la región de la variedad rosa oscura, casi negra en ocasiones y cuya gran dureza le ha permitido la sobrevivencia a pesar del abandono ya mencionado. Se ha derrumbado la parte central de la portada, pero los laterales de ésta y la torre permanecen. La torre está constituida por dos cuerpos actualmente con su estructura de cantera aparente y sin mayor relieve que molduras de remate en ambos, luces con cerramiento en medio punto y esquinas rebajadas. En el basamento de la torre hay una ventana cuadrada y pequeña enmarcada, a modo de alfiz con un par de columnas salomónicas a los lados y remate en molduras múltiples sobre las que resaltan relieves de una cruz y medallones, en un conjunto de estilo transitorio entre el herreriano y el naciente barroco mexicano. Los laterales de la portada muestran en cambio una posición definida en el barroco, con una fuerte expresión local y personal, llena de detalles de gran originalidad. Destacan en primer lugar las columnas pareadas a ambos lados, con el primer tercio del fuste contraestriado y el resto con un vigoroso helicoide salomónico, vigor que se agiganta en la interpretación de los capiteles corintios, cuyos acantos se abren en forma extraordinaria. En el intercolumnio los nichos personalizan su estilo con peanas semicirculares que descansan en medias muestras muy esbeltas con relieve helicoidal y base muy simple dentro de la misma sección. La misma tendencia puede observarse en el entablamento, muy amplio en lo vertical y con extraordinario movimiento en sus molduras y demás elementos en los que el vuelo frontal sobrepasa en ocasiones un metro de extensión. Sobre él descansan dos nichos en lo que resta del segundo cuerpo.
Este conjunto, completamente labrado en cantera, tiene, además de los valores de diseño que se han descrito, una realización artesanal de trazos firmes y definidos que le permiten una conservación notable a pesar de los derrumbes y que hacen todavía más deseable el rescate de la parte central, de la que pueden verse una buena parte de sus restos esparcidos en el lugar y que, una vez colocados en su sitio de origen, podrían integrar una de las fachadas coloniales de más valor en la región.
La descripción del resto del templo nos proporciona adicionalmente las causas de su ruina actual. Consta de una sola nave, corta y angosta, cubierta con bóvedas de ar ista apoyadas en muros laterales y arcos formeros de cantera sumamente esbeltos. A esta estructura básica se agregaron dos elementos que a la larga ocasionarian su desplome; en el exterior se eliminó el uso de contrafuertes masivos, sustituyéndolos con unos arbotantes largos y esbeltos, más decorativos que efectivos, colocados a muy poca altura y apoyados en botareles sumamente pequeños, todo lo cual impidió una correcta descarga de los esfuerzos laterales de la cubierta. El segundo punto, adicionado a anterior, fue la colocación de un coro sobre bóveda que aumentó el empuje lateral en el primer entreje y rompió la fachada, a pesar de algunos soportes laterales de tabique y tirantes metálicos con los que inútilmente trató de absorberse ese esfuerzo. La bóveda de cubierta fue cayendo a partir de la entrada de modo que en el pequeño crucero y el presbiterio se pueden ver en su sitio partes de la cúpula y algunos arcos formeros y bóvedas, ya que hacia el fondo los esfuerzos laterales fueron menores y contrarrestados en parte por el mismo crucero.
En vistas a una posible rehabilitación del templo, cabe destacar el altar mayor, también de gran originalidad, forjado totalmente en mamposteria y que se conserva muy completo.
5.-OBRAS DE ARTE
Como es fácil suponer, el desplome y abandono del templo de Santiago en Teoyahualco acarreó asimismo la desaparición de casi todos los objetos propiedad del templo. No obstante, en el local que actualmente se usa para los servicios religiosos se guardan tres piezas de la antigua imagineria que, al menos por su origen, representan un valor patrimonial para el templo y el poblado. Dos de ellas, similares entre si, son esculturas policromadas del santo patrón, Santiago (ó Santo Santiago, como popularmente se le llama), de pequeñas dimensiones, a caballo y en una factura netamente popular que no carece de valores artísticos. La otra es un óleo perteneciente a la escuela mexicana del siglo XVIII (de 2.00 x 1.30 m. aprox.), de escasa calidad en su realización, pero con una gran originalidad en su motivo, La Purísima, en el que inusitadamente rompe las normas casi fijas de la época para la representación de esa advocación de La Virgen y combina los elementos tradicionales de la imagen con los de la Guadalupana, con un agradable resultado.
ELABORO: ARQ. JOSE ROGELIO ALVAREZ
FECHA: 1984
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
Santiago