Nombre del Inmueble
Virgen de la Soledad
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001105
Estado, Municipio, Localidad
Jalisco > Tlajomulco de Zúñiga > Santa Cruz de las Flores (140970034)
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001105
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
El pueblo de Santa Cruz de las Flores no procede de una primitiva agrupación prehispánica que luego se transformó con la conquista; fue fundado cuando ya en la región se habían organizado varios otros poblados a la usanza española y cuando ya funcionaban algunas de las instituciones que más tarde se desarrollaron espléndidamente en Jalisco.
El convento franciscano de Tlajomulco fue fundado en 1551; desde esa casa misionaron un grupo importante de doctrineros bajo las órdenes de fray Antonio de Segovia. La zona de Tlajomulco fue entonces conocida por los religiosos, quienes evangelizaron a un gran número de naturales que vivían en los asentamientos de lo que ahora son varios municipios muy próximos al área metropolitana de Guadalajara. Hacia 1562 (1) la iglesia y el convento originales fueron reconstruidos por fray Antonio de Peraleja. Un poco después el mismo personaje, que era el guardián del convento dispuso que para poblar suficientemente la comarca se tendrían que fundar algunos pueblos nuevos en varios sitios. El cacique indígena Pedro de Maraver ayudó al padre Peraleja y, con un reducido pero entusiasta conjunto de familias de Tlajomulco, fundó un pueblo al que llamó Santa Cruz Xuchitlán: el lugar elegido fue un paraje que ahora se conoce como Santa Cruz Vieja que, hacia 1954, formaba parte de la vicaría de Ahuisculco en el curato de Tala (2). Es posible que en aquella primera fundación se haya comenzado a construir un pequeño edificio religioso pues se sabe que en 1563 (3) se estableció que el convento de Tlajomulco tendría como visitas a diversos pueblos entre los que se contaba a Santa Cruz Xuchitlán o de Las Flores.
El poblado fue mudado al sitio en que actualmente se encuentra por fray Juan López, religioso que hacia finales del siglo XVI desempeñaba el cargo de guardián en el convento de Tlajomulco. El también contó con el auxilio del gobernador indígena, que entonces era Diego de Guzmán. El cambio, que ocurrió en 1594, tuvo como motivo facilitar a los vecinos y a sus familias el abastecimiento de agua, la cría de distintas especies de ganado, el cultivo de algunas parcelas y la disposicón de una serie de huertas. El mismo padre López trazó el nuevo asentamiento partiendo de un centro que fue la plaza sólo durante corto tiempo; el terreno más importante fue el que se dedicó al hospital pues cuando el pueblo comenzó esa nueva etapa de su vida el edificio religioso que más destacaba era la capilla del hospital. El conjunto se había dedicado a la Santa Cruz de modo que tanto el propio hospital como su capilla y la cofradía encargada del cuidado de los inmuebles se consagraron, excepcionalmente, a Nuestra Señora abandonada al pie de la Cruz en su advocación de La Soledad (4).
La zona central del conjunto se empezó a organizar tomando como base la plaza -que un poco después fue convertida en el cementerio- y entorno de una construcción presumiblemente de paja y de otros materiales perecederos que fue la primera capilla del hospital. Las viviendas y las huertas de los habitantes fueron dispuestas sobre las nuevas calles que se trazaron de acuerdo a las instrucciones del padre Juan López. A partir de entonces, Santa Cruz de las Flores estuvo atendido por frailes que lo visitaban y que dirigían algunas obras al tiempo que procuraban mantener en buen estado de funcionamiento tanto al hospital como a su capilla anexa.
2.-EMPLAZAMIENTO
La plaza que agrupó a los edificios que poblaron el centro de la localidad fue convertida en cementerio cuando la capilla de hospital comenzó a funcionar. Ese conjunto religioso fue el primero que se erigió y, por sus características particulares, se le dispuso viendo hacia el oriente, como había sido y era habitual en establecimientos de ese género. La capilla que hasta hoy se conserva comenzó a ser levantada durante el siglo XVII, época en la cual ya contaba el pueblo con un número considerable de calles en sentido este-oeste que comunicaban al poblado con el camino que llegaba desde Tlajomulco; las otras circulaciones, las dispuestas de norte a sur, facilitaban las salidas a los campos de cultivo y a las zonas en las que se congregaba al ganado.
La segunda iglesia del lugar, que es hoy la parroquia de La Soledad, se construyó sobre un predio en frente de la capilla del hospital. El pueblo ha experimentado varias etapas de crecimiento pero se ha mantenido prácticamente como lo dejaron los religiosos franciscanos en el siglo XVIII: la capilla es lo único que se conserva del hospital pero sigue ocupando el sitio más importante de la comunidad; el cementerio fue cambiado de lugar a finales del siglo XIX y aunque no se llegó a reconstruir o a redefinir la plaza, los atrios tanto de la capilla como de la parroquia se abrieron a un espacio central que se ha ido perdiendo en la medida en que varias casas y otras construcciones han invadido la zona. El mayor desarrollo de Santa Cruz ha ocurrido hacia el oriente, hacia las áreas más próximas a la carretera que va de Guadalajara a Morelia; esa circunstancia, sin embargo, no ha impedido que en el centro del poblado se concentren cada vez más viviendas.
El conjunto urbano, o sean los varios vecindarios en los que se alzan la mayor parte de las casas, no ha sufrido alteraciones de consideración pues incluso las calles y las circulaciones nuevas se han dispuesto como continuación de las que formaron el núcleo original; es tradición que el trabajo de los franciscanos abarcó también el empedrado de algunas de las calles principales y aunque es improbable que ese pavimento se conserve, no sería remoto que fueran las mismas que así se presentan ahora, después de muchas reparaciones, por lo menos en el centro del pueblo; la mayoría de las circulaciones siguen siendo de tierra suelta y sólo algunas de las que se encuentran en las zonas cercanas a la carretera fueron asfaltadas o pavimentadas de una manera distinta.
La capilla y la parroquia definen un eje urbano que corre paralelo a las calles más importantes; la relevancia de los dos conjuntos religiosos no ha influido sobre las bases en que se sustentan las actuales tendencias de crecimiento y desarrollo del pueblo pues cierto tipo de vicios han comprometido la calidad de ambos emplazamientos: en la capilla se ha delimitado la propiedad federal por medio de una reja que evita la deseable continuidad de los espacios públicos del sitio. La manzana que ocupa, por otra parte, se ha fraccionado de distintos modos y hoy el edificio se encuentra vinculado con una serie de nuevas construcciones cuyas formas poco benefician al área además de que invaden, visual y físicamente, zonas que originalmente correspondieron al espacio abierto del pueblo y que ahora se ha limitado a los atrios de los templos y a una plazoleta no definida frente al acceso de la capilla de hospital que se resuelve, hacia el oriente, en circulaciones demasiado estrechas de segu ro distintas a las que fueron planeadas para servir de acceso al hospital.
3.-HISTORIA
La imagen de la Virgen de la Soledad que hoy se encuentra en la parroquia de Santa Cruz de las Flores llegó al pueblo para ser alojada en el hospital pues a esa advocación de María había sido dedicado el conjunto. Una tradición local recogida por el padre Luis Enrique Orozco (5) señala que la escultura fue llevada en una caja de madera y entregada en una de las casas vecinas al hospital y como nadie se percató del contenido de la caja, la imagen fue guardada hasta que empezó a producir ciertos aromas de flores hasta entonces desconocidos en el lugar.
La Virgen fue pues rescatada y colocada en un altar del hospital al mismo tiempo en que se sembraban en el atrio un par de plantitas que habían acompañado a la figura.
El hallazgo de la imagen por el prioste y los mayordomos del hospital, así como las circunstancias que se suscitaron con ese motivo, condujeron a tomar la decisión de erigirle a la Virgen un nuevo templo en el mismo sitio en que se alzó la primera capilla del hospital: no se tienen datos precisos sobre el inicio de la fábrica pero puede inferirse que debió haber ocurrido hacia mediados del siglo XVII. Se sabe que los frailes franciscanos dirigieron los trabajos de erección y que, como es evidente todavía, los naturales tuvieron una destacada participación en las labores de cantería que hoy singularizan a este monumento.
El edificio, que probablemente fue resuelto siguiendo por lo menos en parte el modelo de planta de la catedral de Guadalajara, atravesó por dos etapas constructivas de primera importancia a juzgar por las inscripciones que llevan la clave del arco central de la portada y el remate del segundo cuerpo de la torre: la primera es sólo una fecha, la de 1692, y la otra una leyenda que reza lo siguiente: frio ste juan filipe iordomo cristo b nan a 12 maio del 1712 año (6). Es de suponerse, como señalan varios estudios, que el cuerpo principal del templo se haya terminado en la primera fecha y que la torre, que quizá no formaba parte del proyecto original, se agregara después en vista, entre otras cosas, de la solución estructural que se utilizó para ligar el basamento de ese campanario al volumen principal de la iglesia. Se dice, también, que el área del presbiterio se cubrió con bóveda y que el resto del edificio se techó con viguería de madera y terrado.
El sostenimiento del hospital fue posible, durante algún tiempo, gracias a las tierras y al ganado que se habían entregado exclusivamente para ese fin de acuerdo con la aprobación del obispo de Guadalajara. en 1778 (7) el hospital tenía una vida que se desarrollaba sin contra tiempos pues la Cofradía de La Soledad recibía cuanto le era necesario mientras la Virgen continuaba siendo objeto de gran veneración. En 1785 el pueblo había crecido de una manera notable y sus habitantes, 228 españoles, 420 indígenas y 99 de otras castas (8), estaban dedicados a la siembra de varias clases de productos. Hacia fines del mismo siglo XVIII fue secularizado el curato de Tlajomulco, lo que produjo un grave decaimiento en la cofradía y en el mismo hospital hasta prácticamente caer en desuso. Como por ese tiempo los franciscanos habían terminado la fábrica de la iglesia frente al hospital, la imagen de la Virgen fue cambiada al nuevo edificio sin que sufriera daños. El conjunto del hospital se enfrentó, desde entonces, a un proceso de deterioro al que se deben la desaparición de numerososas dependencias así como la degradación de una parte muy considerable del volumen de la capilla.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El volumen del edificio remata visualmente uno de los accesos al espacio que ocupó la plaza del pueblo: aunque la circulación hacia el centro y hacia la iglesia no se realiza por una única calle, sino por varias de las que forman el núcleo histórico del conjunto, el indefinido espacio que antecede al atrio de la capilla tiene las dimensiones mínimas suficientes para permitir que las masas de la torre y de la portada presidan un área relevante del sitio. La fachada exterior, es decir, el paramento que limita físicamente a la plaza, está compuesta por una serie de muros en ruinas a los que se ha unido por medio de una reja y una puerta de muy escasa calidad. No hay propiamente portada atrial y sería muy difícil considerar así a un arco que se inscribe en un muro situado ya dentro del atrio a corta distancia de la puerta.
El espacio que cumple las funciones de atrio está dividido ahora por la repavimentación que se llevó a cabo en el pasado reciente: en efecto, el área frente al basamento de la torre y a los accesos a la nave lleva ahora un conjunto de losas de cemento mientras el resto del área, en la esquina sureste y en toda la sección norte del inmueble, se han mantenido la tierra suelta y la maleza que crece en medio de varios restos de elementos estructurales de la misma capilla o del hospital.
La fachada del edificio se compone de la torre y de la portada.
No hay datos que permitan establecer si ese paramento, como los otros exteriores, tuvo alguna clase de aplanado que permitiera destacar más vigorosamente a los trabajos de cantería, pero es de notar que en la apariencia actual del conjunto las piedras que forman el muro le prestan un aire de continuidad.
La portada, que sin duda es el elemento de mayor interés en el conjunto, consta de dos cuerpos; el primero lleva tres arcos de acceso que corresponden a cada una de las naves en el interior y aunque se advierte la intención de lograr una composición simétrica, la mayor parte de los motivos ornamentales no se repiten. Los tres vanos presentan la misma altura pero el central parece un poco mayor debido a que la clave, que lleva labrada la representación de un personaje, no invade el área del vano y no divide, como en los laterales, la continuidad de las dovelas. El tramo central fue delimitado por pilastras estriadas, capiteles y un entablamento con un mayor número de molduraciones que los laterales de manera que resulta sensiblemente más alto; los accesos a los lados llevan medias muestras salomónicas y capiteles distintos. Las varias soluciones de las dovelas de las enjutas y de los otros componentes de la decoración comparten una cierta temática aunque difieren en las calidades y en las maneras de completar las interpretaciones de flores, rosetones, águilas y otros motivos entre los que destacan follajes y ángeles. Los trabajos de cantería son por lo menos de dos clases pues hay lo mismo labrados y relieves de cierto volumen que trazos esgrafiados cuya delicadeza apenas los ayuda a distinguirse del conjunto. Las cornisas de los entablamentos laterales llevan dentículos que colaboran de un modo muy sutil a acentuar las intenciones claroscuristas del autor de la portada.
El segundo cuerpo de la portada es, en realidad, la suma de los cuerpos altos de cada uno de los accesos; a diferencia de lo que ocurre en el primer nivel, donde los vanos se abren de un paramento más o menos homogéneo, en la parte superior cada tramo presenta una solución estructural individual dispuesta entorno de las ventanas: la sección al centro lleva la ventana más pequeña que va flanqueada por la continuación de las pilastras estriadas. Entre el vano y las pilastras se desarrollan motivos ornamentales tan variados que lo mismo abundan las molduras y los follajes que ajaracas. El entablamento del segundo cuerpo central soporta una hornacina en la que se aloja una imagen de La Purísima Concepción; el nicho, que va limitado por un par de columnas salomónicas, está terminado como concha e inscrito dentro del remate de la portada en una ampliación del muro que acaba en un semicírculo. Los segundos cuerpos laterales no carecen de interés: las ventanas se presentan enmarcadas por campos en los que abundan los follajes y, más afuera, sendos pares de medias muestras salomónicas reciben pequeños entablamentos que parecen proteger a las ventanas. Los límites de esos cuerpos están señalados por otros pares de columnas también helicoidales que se resuelven sólo con sus propios capiteles. Entre los apoyos de esos segundos cuerpos se encuentran tazones o jarrones de los que salen, hacia arriba, exuberantes interpretaciones de vegetales que, junto con los pináculos que aparecen sobre la cornisa de cada entablamento, completan la organización ornamental de los laterales de la portada.
La cornisa de la portada es una solución muy peculiar pues se trata de una composición que arranca visualmente de las columnillas exteriores de las ventanas laterales del segundo cuerpo y que describe una curva ascendente hasta quebrarse, cerca del remate, y cambiar la dirección para terminar hacia la base de la hornacina en la que se halla La Purísima Concepción; a sus extremos aparecen dos pináculos situados cerca de donde el muro frontero encuentra a los muros laterales.
La torre del campanario se desplanta sobre un cubo que aloja al bautisterio y al que se accede desde el interior; ese cubo lleva una ventana ricamente enmarcada y rematada con juegos de motivos labrados y esgrafiados en los que se interpretan flores, follajes y otros vegetales que se desarrollan bajo una cruz también labrada que parece ser soportada por un pedestal poco habitual. El campanario propiamente dicho tiene dos cuerpos que guardan, en opinión de varios investigadores, una cierta similitud con los del templo de San Francisco de Guadalajara. El primero de ellos es de planta cuadrada y el segundo, como el remate, presenta ocho caras; en ambos aparecen unos vanos en forma de arcos de medio punto un tanto rehundidos del paño en virtud del volumen de los elementos que forman las esquinas; el remate de la torre es un componente abovedado y semiesférico.
El presbiterio es de una gran sencillez y es el único elemento que conserva la techumbre original: hoy se ve delimitado por un arco triunfal de medio punto y formado sólo por un pequeño altar y una cruz.
Las naves en que está dividido el recinto están definidas por columnas de cantera y arcos en el sentido norte-sur. El componente de mayores valores dentro del conjunto es la portada del bautisterio que se aloja en la parte baja de la torre: es una pieza de relevante calidad resuelta en dos cuerpos, uno, el del acceso, con un dintel flanqueado por pilastras sobre las que aparecen ornamentaciones en las que abundan los motivos indígenas, y otro, el superior, ocupado fundamentalmente por un nicho vacío y otros elementos de decoración entre los que se incluyen básicamente representaciones de vegetales, un ángel y otras co mposiciones dispuestas todas sobre un mismo eje de simetría.
El edificio ha sufrido una serie de intervenciones que han transformado su interior; las obras, que todavía no llegan al período de acabados, no han incluido la colocación de puertas en los vanos de modo que hay una inesperada continuidad entre el atrio y los espacios ya a cubierto.
5.-NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
(1) OROZCO, Luis Enrique. Iconografía Mariana de la
Arquidiócesis de Guadalajara.
Tomo I, p. 180. Jalisco, 1954.
(2) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p. 180.
(3) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p. 149.
(4) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p. 182.
(5) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p. 182-188.
(6) ZALDIVAR, Sergio. Arquitectura. Barroco Popular (1),
Colección Jalisco en el Arte. p. 79. Jalisco, 1960.
(7) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p. 183.
(8) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p. 181.
(9) ZALDIVAR, Sergio. Op. cit. p. 78-87.
(10) VARGAS Lugo, Elisa. Las Portadas Religiosas de México.
Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, p. s/n (135).
México, 1969.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
Virgen de la Soledad