San Isidro Labrador (1070-1130) nació en España, cerca de la ciudad de Madrid. Con su santidad y heroísmo salió del oscuro anonimato que rodea a los humildes hombres del campo. Sencillo labrador, trabajó la tierra de sol a sol durante toda su vida y murió en la pobreza. Una leyenda nos narra que Isidro, muy temprano, solía ir a Misa antes de comenzar a arar la tierra y que, mientras tanto, llegaban los ángeles para suplirlo en su labor hasta que terminaba la Eucaristía. Esta pintura representa precisamente la leyenda arriba narrada, sólo que aquí el santo está orando al aire libre y no en un templo. Se encuentra al centro de la composición con una pierna arrodillada y con las manos juntas en señal de oración y, al mismo tiempo, sosteniendo una pala curva; viste a la usanza de la época en que se pintó. En la parte derecha de la composición se puede apreciar a un ángel dirigiendo a los bueyes en el arado y uno más alentando a otro animal para que trabaje. Del lado izquierdo de la pintura aparece una casa humilde enmedio de un paisaje arbolado.
Observaciones del bien mueble
Se encuentra en la calle lateral izquierda de la predela del Retablo de San Jerónimo (Cédula No. 25). Fue restaurada. Es del mismo autor que la pintura de la calle lateral derecha de la predela del mismo retablo (Cédula No. 28).