El barrio de San Andrés ya no tiene capilla. Según los viejos, desapareció hace tanto que ya nadie recuerda donde estaba. Sin embargo, se ha conservado su imagen, que cada año cambia de casa, donde se pone un altar que debe estar abierto para que pueda recibir la devoción de su pueblo.
Esta pequeña talla de concepción burda, está brutalmente repintada, según los cánones estéticos "cultos". Para el pueblo que le guarda devoción, es la forma de demostrar el cariño y cuidado que sienten por ella.