San Buenaventura está sentado frente a un escritorio. Está vestido con el hábito franciscano, pues sobre la muceta roja sale el capuchón. Encima lleva el traje de cardenal, con el bonete correspondiente. Sobre la mesa se ve un crucifijo y un libro en el que el santo está escribiendo. Detrás se ve una cortina que se entreabre y una biblioteca con obras de San Jerónimo y San Agustín. El santo se ve como un hombre joven, con sombra de barba y gesto de honda concentración. Las manos son quizás demasiado delicadas así como el gesto con el que sostiene la pluma.