Tampoco se puede identificar el alma de este hombre como la de un miembro de un específico instituto. Sin embargo, si hay un hombre y una mujer, un rey y un papa, es evidente que el compañero de penurias del purgatorio de un fraile debe ser un sacerdote. Como la iglesia fue de los jesuitas, es lógico pensar que le hubieran cargado un poco la mano al asunto y entonces el alma de este individuo aparece además de consumida por las llamas, sujeta con cadenas. La idea parece ser que va a resultar más difícil liberarla de las penas del purgatorio.