Fray Juan de Zumárraga se inclina ante la aparición milagrosa de la imagen en la humilde tilma de Juan Diego. La aparición sorprende a todos. El franciscano se inclina ante la imagen y la besa con reverencia. Toda la escena transcurre en un interior, donde se ve el dosel del trono del arzobispo y las paredes forradas con telas de damasco. También hay otros personajes que funcionan como testigos del acontecimiento.