Juego de dos candeleros metálicos, con base en forma de plato, cóncava, de diámetro mayor al portavela y unido a éste por un elemento vertical a manera de balaustre.
LAS LUCES: El simbolismo de ellas proviene de su propiedad natural de alumbrar, iluminar por lo que la liturgia la ha escogido para símbolo de Jesucristo "Luz Verdadera que esclarece a todo hombre que viene a este mundo" (San Juan 1, 9). Los cirios y lámparas encendidas son señal de honor y reverencia. Por eso no se puede celebrar sin dos cirios prendidos y siempre debe haber una lámpara ante el Santísimo. "Como estas luces ahuyentan las tinieblas, así los corazones iluminados por el resplandor del Divino Espíritu, se ven libres de la ceguedad de los vicios".
J. R. FARIA.
Curso Superior de religión, 1950, pp. 488 - 489.