Esta obra por su paleta y estilo denota la transición entre una época y otra. Conserva la distribución propia de la pintura colonial mexicana, pero la luminosidad y trazo reflejan alguna influencia de la pintura académica.
El tema de la obra es la coronación de la Virgen por la Santísima Trinidad en su representación más clásica: el Padre como un hombre mayor barbado, el Hijo con las señales de su pasión y el Espiritu Santo representado como paloma. La Virgen con vestido blanco y manto azul recuerda los atributos propios de la advocación de la Inmaculada Concepción.