En este pequeño crucifijo, la imagen de Cristo sigue el esquema de representación tradicional: el cuerpo clavado a la cruz con tres clavos. Sin embargo, es llamativa la extensión de los brazos abiertos, pues si se desclavaran llegaría más abajo de las rodillas. El intento es enfatizar la postura del cuerpo pero seguramente los brazos grandes y abiertos se convierten en una metáfora de la generosidad del sacrificio de Cristo. La cabeza levantada, acompaña la postura general del cuerpo que parece parado en la cruz. Se ven con claridad de que manera los brazos se tallaron por separado del resto del cuerpo y se agregarón luego al conjunto. La talla del cuerpo es correcta sin caer en exageraciones de musculatura o de movimiento.