Cristo es la figura central de la religión católica. En ese sentido y sin ninguna duda, tanto la cruz como la figura de Cristo en la cruz ocupan el lugar central de la reflexión cristiana como el centro espacial de la iglesia, capilla o retablo que se trate. En este caso se ha representado a Cristo muerto sobre la cruz, la sangre cae por el costado después de haber recibido el lanzazo, la cabeza se inclina con los ojos cerrados. Se trata de una interesante imagen de pasta de caña, es evidente en el modelado del material, con el que se buscó la expresividad más que la perfección formal. Esto se evidencia en el largo excesivo de los brazos, cuya extrema delgadez acentúa su extensión. La figura de Cristo está colocada en el nicho de un altar neogótico, profusamente ornamentado, que remata con una imagen de Cristo impreso en el paño de Verónica.