Es Indiscutiblemente De Factura Indígena, De Talla Completa Incluyendo Ojos, Cabello Y Barba, A La Manera De Los Primeros Cristos Michoacanos, Está Hecho De Pasta De Caña, Sobre Armazón De Madera Y Encarnado De Tierras. El Moldeado Del Cuerpo Es Defectuoso, Y La Cabeza Está Desproporcionada Respecto Al Torso, En General El Estudio Anatómico Es Deficiente. La Mano Derecha Ha Perdido Su Conformación Dada La Falta De Material. Las Piernas Flexionadas Casi Arrodillan La Figura Provocándose La Ruptura En La Rodilla Izquierda; Los Pies Deformes, De Tobillos Casi Dislocados Para Clavarse En Un Solo Clavo Son Propios De La Manufactura Indígena Lacustre.
El Encarnado Se Ha Craquelado Dejando La Base De Estuco Aparente, Lleva Corona De Dos Potencias Con Resplandores Laterales Y Diadema Entreverada Al Frente.
La Leyenda Dice Que Un Fiel Después De Recibir Un Milagro Fue A Agradecer Al Cristo, Pero Orgullosamente De Pie, Por Lo Que La Imagen Se Inclinó Arrodillándose Mientras Una Fuerza Misteriosa Obligaba Al Individuo A Tomar La Misma Actitud Doblegando Así Su Vanidad Y Arrepintiéndose De Tal Manera Que Tomó El Hábito De Los "descalzos Del Cordón" (sr. Agustín Cáceres, 1983)
Observaciones del bien mueble
Está muy dañado, presenta desprendimiento del encarnado y fractura total de la mano izquierda, así como de una de las rodillas.
