Se trata de una cruz emplazada en el muro lateral del espacio del atrio. Se encuentra sobre una base octogonal desde donde arranca la cruz apoyada en un pie de la misma forma. Parece estar realizada de una sola pieza, muestra un faltante en el travesaño del lado izquierdo, en la parte superior lleva una cartela esculpida que seguramente ostentaba las siglas INRI (Jesús Nazareno Rey de los Judíos). La cruz no tiene decoración y está realizada a semejanza de las que se hacen refiriendo a las formas de troncos. Presenta algunos orificios posteriores a su manufactura y se encuentra emplazada en un sitio elevado sobe una base circular.
Desde muy temprano se tienen referencias de las cruces atriales. Kubler dedica un espacio a estas piezas junto con otros elementos privativos y característicos de las construcciones religiosas del siglo XVI. Al parecer es una de las características de la arquitectura mexicana. Las cruces fueron realizadas de madera, talladas o de piedra y sirvieron como superficie de inscripción de numerosos elementos, referidos a la vida y pasión de Cristo.
Otros autores como Robert Ricard comenta que en el atrio se realizaban catecismos en torno a la cruz atrial o también cementerios. Es necesario recalcar que la cruz atrial no sólo es símbolo de fe sino que también definía un espacio de cementerio.