Esta pintura es una representación poco común en la Nueva España del siglo XVIII de la Santísima Trinidad. Al centro aparece la figura de Dios Padre con la tiara papal y el triángulo que simboliza a la Trinidad. Está sentado y sostiene con sus manos el cuerpo de Cristo muerto, a manera de piedad; entre Dios Padre y Dios Hijo aparece el Espíritu Santo en forma de paloma volando. A los pies de Cristo se encuentran dos ángeles y en la parte superior de la composición varios querubines.