Es más que notorio que el retablo se armó con piezas de distintas épocas, técnicas y procedencias. Esa pintura que representa a Cristo expuesto como el Ecce Homo, con la corona de espinas en la cabeza y el manto rojo como rey de los judíos, pertenece a una tradición plástica anterior. Posiblemente de fines del siglo XVII. Atrás de Cristo se ve a un personaje barbado, que sostiene el manto rojo con una mano. En el lateral derecho se abre una ventana con un paisaje que se vuelve azuloso hacia el horizonte.