Esta escultura colocada en el remate del púlpito, está exenta del resto de la obra. Quizás justamente eso y una posible caída haya provocado una grieta que la recorre en horizontal a mitad de la pierna. La escultura está totalmente dorada, incluyendo la cabeza y el paño que la cubre. Es una mujer que tiene los ojos cegados y la mano preparada para recibir la cruz que ya ha perdido.