La Inmaculada Concepción de María fue defendida aún antes de ser declarada dogma de fe por la Iglesia Católica. Entre los defensores más conspicuos se contaron los miembros de la Orden de San Francisco, situación que justifica la presencia de estas imágenes en las iglesias franciscanas. La Virgen está parada sobre un mundo y pisa a la serpiente. Su cabeza tiene corona y aureola y de sus manos salen haces de luz.