La Inmaculada Concepción aparece parada sobre el globo azul del mundo y, como la mujer apocalíptica, pisa la cabeza de la serpiente que representa al pecado. Está vestida de blanco y azul y de sus manos salen rayos dorados que, evidentemente, están iluminando al mundo con su luz. La cara y las manos están bien resueltas, y responden al tipo de imaginería de principios de Siglo, de buena calidad.