En ciertos casos como éste, la figura de Cristo ha ganado terreno en la precisión del dibujo anatómico -con excepción de las piernas que muestran un modelado escaso- pero ha perdido en expresividad. La suavidad general del modelado y la tranquilidad de la pose, lejos de la sobreactuación barroca, provocan en el espectador una relación devocional si no menos intensa, sí menos conmovida. No hay desesperación, ni dolor, ni sufrimiento ni agonía en esta imagen de Cristo, sino la serena tranquilidad de la muerte.