En este óleo que complementa la lectura iconográfica del crucero, se narra el momento de la aparición de la pintura de la virgen de Guadalupe sobre el burdo ayate del indio Juan Diego. Ante la milagrosa imagen se arrodilla fray Juan de Zumárraga, mientras otros testigos se relacionan entre sí con gestos de asombro. La pintura no tiene grandes pretensiones artísticas, es más, diría que está hecha en un tono menor. La distribución espacial es muy simple y el dibujo de los personajes resulta convencional.