Esta escena generalmente es nocturna. La mayoría de los pintores siguieron este tipo de representación. El Niño se convierte en un intenso foco de luz, como en este caso, absolutamente sobrenatural, acentuando la intencionalidad divina del acontecimiento. La Virgen es quien comparte algo más que el resto del resplandor que emerge del cuerpo infantil. El resto de los personajes permanece casi en penumbra. En el cielo aparece un ángel que lleva la conocida inscripción: "Gloria in excelsis Deo".