El ángel se postra frente a María y le entrega una azucena en reconocimiento de su pureza. La Virgen se encuentra arrodillada rezando frente a un atril, donde se ve un libro abierto. Sobre ellos, en la parte superior del cuadro, se ven a la paloma del Espíritu Santo y a Dios Padre, acompañados por un angelito. La escena es luminosa en su parte superior y tiene un tratamiento de claroscuro en la inferior.