María en su advocación de la Asunción, se representa de cuerpo entero sobre una peana de nubes repintadas en color obscuro que no permite distinguirlas. Viste de blanco y lleva atado un cinto azul que cae hasta media pierna. Los pies sobresalen bajo su túnica blanca que sigue la textura de los lienzos escayolados sobre una estructura inferior que les sirve de soporte. Une las manos a la altura de su pecho, observamos que el brazo derecho es de menor tamaño y también la mano está desproporcionada, aunque al igual que el rostro y los pies son de buena talla. Bajo el manto se alcanza a distinguir el cabello de color claro aunque el resto de la cabeza está cubierto; el rostro es bello, con buena calidad de encarnado, los grandes ojos ven hacia arriba y tiene los labios entreabiertos bajo una fina naríz aguileña.