En este tipo de escena de iconografía precisa y sin mayores compromisos espaciales, es donde radican los mayores éxitos de Villalpando. La Virgen está arrodillada sobre un banco de nubes que está sostenido por angelitos. Ellos son los que la están empujando hacia el cielo. Así, sin confrontaciones con otras figuras ni relaciones arquitectónicas, la Virgen aparece espléndida, el dibujo suelto, la pincelada abierta y suave.