La Virgen María no murió, sino que se durmió o estuvo en un tránsito, antes de subir al cielo en cuerpo y alma. En esta escena se ve a María, muy joven, rodeada por los apóstoles, que lloran y gesticulan ante el doloroso acontecimiento. María está vestida de azul y blanco, como la Inmaculada Concepción, coronada de flores, así como de flores está cubierto su cuerpo y el piso. Una gloria se abre en el borde superior del cuadro, con querubines.