El santo está arrodillado, tiene los brazos abiertos y las manos levantadas. Mira hacia el cielo, donde se ve la aparición del Monte Auvernia. Cristo sobre la cruz, alado, que le está enviando un don: compartir con él el dolor de los estigmas. Un compañero del franciscano mira con asombro lo que está sucediendo, porque como todo milagro, necesita un testigo. La cara del santo está iluminada desde el rompimiento de gloria del ángulo superior derecho. El resto de la composición permanece en penumbra.
Observaciones del bien mueble
Está firmado en el borde inferior derecho. Anto. de Torres. 0952