Así como los dos ángeles pasionarios del siglo XVIII son de la misma época y mano, también las escenas laterales de Ecce Homo y de la Flagelación. El cuerpo de Cristo completamente despojado de sus vestiduras, salvo un mínimo paño de pureza, está bien dibujado. La concepción general del cuerpo es correcta. La luz sobre él es pareja, mientras que el sayón que lo golpea permanece en la penumbra.