En esta pintura Villalpando se aleja de la representación que se había asentado desde mediados del siglo XVII, presentando a la Inmaculada como una niña. Aquí vuelve al tipo de una mujer joven, con el largo cabello suelto en la espalda. El movimiento de la figura es muy fuerte, de tal manera que la pierna derecha está muy adelantada y el pie se apoya sobre un querubín. Las manos unidas, bajas, a la altura de la cintura, también siguen el movimiento en curva. La agitación de los paños se contraponen con una gran quietud que se percibe alrededor. Algunos angelitos llevan un espejo, unas rosas como símbolos marianos y arriba a la izquierda se ve una puerta, que tiene el mismo origen simbólico.
Observaciones del bien mueble
Firmado en ángulo inferior izquierdo: "C Villalpando Fact."