Es una imagen nada convencional. Presenta en un primer plano a la Virgen María bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, no parada, sino practicamente sentada sobre el mundo y la serpiente. En segundo plano, bastante lejos a San Juan Evangelista y San Juan Bautista y casi imperceptible, en tercer plano el cordero, símbolo o representación de Cristo.
Esta pintura manifiesta algunos aciertos y defectos iconográficos. La Virgen carece de su aureola de doce estrellas y la luna bajo sus pies, sin embargo si tiene el mundo a sus pies y la serpiente simbolo del demonio. Juan evangelista se le reconoce por el aguila y su rostro joven e imberbe. Juan Bautista sin embargo puede ser confundido con Cristo resucitado porque lleva un manto rojo o rosa en lugar de su pieles de camello simbolo de penitencia, se le reconoce por la tenue filacteria en torno al cayado.
La imagen denota, en su mal manejo del espacio y la iconografia religiosa, la preparación academica del pintor, sobre todo en la calidad que imprime a las telas y escorzos.
