Pintura en la que están representados el Padre Eterno y Dios Hijo, por medio de las imágenes idénticas de dos hombres jóvenes de cabello largo y barba corta, sentados sobre tronos que emergen de nubes y ostentanto en sus manos y pies, las heridas de la crucifixión. El que está sentado al lado derecho del cuadro, viste túnica morada y manto azul y con su mano derecha parece mostrar un pequeño ojo naranja, con resplandor alrededor que tiene en su pecho. El que está a la izquierda del cuadro, viste túnica blanca y manto azul; lleva las manos cruzadas sobre el pecho y con el brazo izquierdo sostiene una cruz. En medio de los dos, a la altura de sus cabezas, aparece con un gran resplandor y entre nubes una paloma blanca, simbolizando el Espíritu Santo. A los pies de ambos aparece parte de la esfera Universal.