Fue el 26-avo. arzobispo de la Nueva España y ocupó la sede, de 1749 a 1765. Sus bulas fueron expedidas por Benedicto XIV. Al estar casi terminada la obra constructiva y decorativa de la Catedral, los arzobispos como Rubio y Salinas enriquecieron el tesoro de la Catedral con ornamentos litúrgicos. Donó un cáliz de oro con su patena y su peana, pesaban 242 castellanos y estaban guarnecidos con 308 esmeraldas. Además cedió un copón de plata sobredorada en figura de concha, según constó en los inventarios levantados, el tumulto de sus honras fúnebres, al igual que múltiples de sus retratos, fueron obra del célebre jesuita Francisco Javier Alegre.
Observaciones del bien mueble
Con motivo del cierre temporal del Museo a partir del 19 de agosto de 1992, esta pieza se encuentra en la bodega de la planta alta del edificio.