La Virgen extiende sus manos y muestra los clavos con los que su hijo fue clavado a la cruz. Esta imagen es interesante por el cambio en la actitud de la Virgen. No es la madre que mira el cuerpo muerto de su hijo, sino la imagen misma de la soledad en el dolor. La mirada baja, movimiento que también sigue la comisura de los labios. Hay tensión y concentración en el dolor. El cuerpo está hecho con tela encolada y el movimiento es armonioso, sin exageraciones.