El retablo original era barroco, mostraba doce pinturas en torno a la figura de San Juan Nepomuceno, con siete angelitos y una imagen del Padre Eterno en la parte superior; todos estos cuadros y esculturas estaban sostenidos y enmarcados por una estructura de madera dorada con columnas cubiertas de follaje en forma de espiral ascendente, sin embargo, a finales del siglo XVIII y principios del XIX nacen nuevos criterios estéticos con el resurgimiento del estilo neoclásico como modelo por excelencia. Esta tendencia eliminó la madera para ser sustituída por los mármoles y/o la cantera, ejemplo de ello es este retablo. Retablo neoclásico cuya base o sotabanco fue decorado con elementos vegetales: hojas de acanto y guirnaldas. En el centro se observa un nicho rectangular con la escultura de San Felipe Neri. Cuenta con tres calles y en cada entrecalle flanqueada por dos columnas jónicas se ubica una escultura: la del lado izquierdo contiene a San Ignacio de Loyola, del derecho, la de San Camilo de Lelis y en la central en un nicho de arco de medio punto, la escultura de El Señor de la Espina, la cual se aposta entre dos columnas con capitel compuesto. En la parte superior lleva un frontón y como remate, un arco de medio punto realzado y decorado con una guía de guirnaldas y laureles.
Observaciones del bien mueble
Retablo hecho de cantera recubierta de estuco que pretendió imitar las características del mármol. Para evitar un mayor deterioro la base de cantera del altar se cubrió de madera.
