Es la imagen que se hizo tan popular en el siglo XIX. Es Cristo con huellas de la crucificción apenas insinuadas. Bendice con la mano derecha y sostiene con la izquierda el corazón llameante y coronado de espinas sobre su pecho. Es un grabado coloreado de medio cuerpo que, para completarlo, se adhiró a una tela sobre bastidor y se terminó al óleo para hacer una imagen casi de cuerpo entero.