La representación de San Andrés es generalmente muy afortunada porque se une al personaje la fuerza de la cruz, instrumento de su martirio. El santo la abraza y su mano se apoya sobre uno de los travesaños con ademán suave. En la parte de atrás se ve una escena de una de las apariciones de Cristo resucitado. Por el estado de conservación y la calidad de la pintura, ésta es una de las más importantes del apostolado de Cedros.