Esta imagen ha sido tan brutalmente repintada que es imposible saber qué hay debajo de esa capa de pintura verde y oro. La forma en que está trabajado el hábito muestra el respeto por las convenciones: un cierto frunce en la cintura que hace que la tela caiga en pliegues profundos que se van quebrando después de la mitad de la pierna, en ángulos acentuados. La postura también es convencional: la pierna izquierda adelantada, con la rodilla ligeramente doblada. Sospecho que las manos han sido reemplazadas y quizás también la cabeza, aunque el celo de los guardianes de la comunidad han impedido un acercamiento mayor a la pieza, que pudiera corroborar o desechar estas suposiciones.