De pie, con ojos de cristal, barbado, pelo largo, calzado con sandalias, brazos articulados, vara y aureola de plata. Viste túnica amarilla y manto verde terciado, clásicos del santo, ambos accesorios recientes. El niño, de factura muy burda en comparación al santo, no es articulado y viste túnica blanca de factura reciente. Ambas esculturas representan una imagen propia del Renacimiento. J: F: Roig, Iconografía de los santos, 1950, pp. 153.